"Cada año, durante la Feria, venimos de tapas y de cañas a las calles del centro y después nos vamos a los toros. Nos gusta mucho hacerlo, aunque este año ni una cosa ni la otra". Con estas palabras refiere José Monforte, ciudadano cacereño, su pesar por los cambios que tendrá que aceptar obligado durante la Feria de San Fernando. "Se crea un gran ambiente; la gente viene a comer y a pasárselo bien. Con las últimas medidas que quieran adoptar, eso se lo están cargando".

La reflexión de Monforte bién podría firmarla casi cualquier habitante de la ciudad. "Estaba muy bien como estaba antes, cuando la gente tenía las dos opciones: la de acudir al ferial, a las casetas, o al centro para no tener que pasarte todo el día allí", continúa. Y es que ni los vecinos de la zona se oponen a cortar el tráfico. "Los del geriátrico La Consolación nos dicen que es una alegría ver el ambiente, con las mujeres vestidas de flamenco", dice Ruth María, del restaurante Orense.

Los trabajadores de la zona tampoco están nada contentos con una decisión que podría terminar con la progresión que ha experimentado en los últimos años la Feria de Día cacereña. "Nosotros, cuando salimos de trabajar, nos quedamos tomando algo en la Feria. Si cortan el tráfico y dejan de sacar las barras, nos tendremos que ir a otro lado", dicen Francisco Mendoza y Montse Guillén, empleados de la clínica de Salud ubicada en la calle San Pedro de Alcántara. "Es un paso atrás. Debería organizarse este año como se ha venido haciendo hasta ahora", afirman.

Y si la apertura al tráfico y el no a instalar veladores en las calles supone un cambio a la tradición de los últimos diez años, mucho más pesimismo cunde entre los aficionados taurinos, que se quedan sin festejos en un hecho para el que no constan (casi) precedentes. Sólo tres veces desde 1896 habían faltado los espadas a su cita con la capital cacereña, algo que se dará en esta Feria de San Fernando. Cáceres, ni tapas ni toros.