La vida de la argentina Fernanda Franco comenzó de nuevo en Cáceres en agosto del 2002. Vino huyendo de la inseguridad ciudadana que vivía en Rosario, su ciudad de origen, donde realizaba trabajos de márketing. "La crisis económica que vivió el país hacía que la gente fuera capaz de cualquier cosa", recuerda.

Ahora es empleada de hogar y ya sólo quiere volver a Argentina "de vacaciones". Pero la historia de Fernanda no ha sido fácil. En Cáceres se encontró con su marido, que había llegado un mes antes para trabajar, pero poco después se separaron y ella se quedó sola con su hijo Iñaki, de tres años.

Su triunfo ha sido conseguir que la familia para la que trabaja le haga un contrato. "Mi sueldo al menos me alcanza para seguir adelante", afirma, tras reconocer que tuvo que rechazar otros empleos para poder atender a su pequeño: "Mi trabajo depende de él".

Dice que en Cáceres su vida "empezó de cero" y añade que los cacereños "son muy amables" con los argentinos. A pesar de ello, matiza que a los inmigrantes "de piel negra se les mira con otros ojos. El argentino pasa desapercibido si no habla". Ella, mientras tanto, sigue a la caza de la felicidad.