En un reciente pleno municipal, el alcalde anunció una reunión tras la Semana Santa para tratar el tema del consumo de alcohol en los jóvenes. También se celebrará la próxima semana otra reunión, en este caso del Consorcio del Womad, para decidir, a un mes del festival, dónde se celebrará.

En ambos conciliábulos volverá a saltar el maldito tema del botellón , que parece enquistado en el cuerpo social de la ciudad feliz y envenena los festejos, la política, la vida familiar y la visión que de Cáceres tienen los jóvenes, que estarán o no equivocados, pero entienden que se ha convertido en una ciudad aburrida.

Un espacio para reunirse

Pero el problema real no es el botellón , sino la falta de un espacio digno donde los jóvenes puedan reunirse. Ellos no quieren sólo beber. Ya dicen las estadísticas que el 52% de los adolescentes españoles de entre 16 y 20 años ha practicado alguna vez botellón , pero hay un 48% que no toma alcohol y beber, lo que se dice beber (licores y combinados de alta graduación), lo hace un 26%.

Los jóvenes precisan que les habiliten espacios para estar juntos, charlar, divertirse y, una cuarta parte, tomarse cubatas. Para ellos, lo más importante es relacionarse, conocerse unos a otros y es en ese punto donde se sienten despreciados por la ciudad feliz .

Los botellones en la plaza Mayor eran impresentables, pero no había en España un espacio más bello para el gregarismo. De ese paraíso han sido expulsados al infierno del hípico y los jóvenes cacereños no han asimilado ese cambio: se sienten tratados como escoria. Sólo hay que acercarse por el recinto hípico para verlos hablando, riendo, también bebiendo, en medio de la nada, ateridos de frío, a merced del viento, entre remolinos de polvo y papeles voladores.

Llega el tercer verano sin botellón en la plaza y sigue sin haber soluciones, sólo parches como La Cañada que no dejan de tener un halo de exclusividad que no convence a los jóvenes.

En invierno, queda el recurso de las fiestas nocturnas de los jueves en los pisos, como da fe este periódico cada sábado recogiendo el parte de denuncias vecinales ante la policía. Los sociólogos recomiendan incluso a los padres que dejen a sus hijos reunirse en casa con los amigos porque hay un dato interesante: cuando se juntan en las casas y están a gusto, beben menos. Quizás resultara clarificador un estudio para averiguar si se bebe más en un ambiente inhóspito como el hípico o en un entorno digno.

Las soluciones de los centros de ocio del antiguo matadero y El Vivero son una esperanza, aunque también provocan gran inquietud entre los vecinos. Mientras tanto, los jóvenes seguirán en su gueto del hípico, sintiéndose los parias de la ciudad feliz y convirtiéndose en un serio problema político.