Dijo Santa Teresa: si me quitáis los libros, pues escribo yo. Y eso era una temeridad porque aquel mundo estaba hecho para los hombres". Quien se expresa así es Luis Miguel García, autor y director de Teresa, miserere gozoso , la segunda obra del XXVII Festival de Teatro Clásico de Cáceres que lleva hoy a las tablas de San Jorge, a partir de las 22.30 horas, la compañía vallisoletana 'Teatro Corsario'. El pasado año se cumplieron cinco siglos del nacimiento de la religiosa, mujer luchadora, y el montaje repasará su trayectoria "sin concesiones, con un hermoso lenguaje del siglo XVI y que pretende ser un canto al optimismo y al valor en una época oscura".

Se servirá para ello la compañía de una escenografía mínima: una silla, un confesionario, una mesa con libros. Y no hará falta más. "Cuando nos propusieron representar una obra de Santa Teresa, dijimos que sí a la primera. No se conoce nada de ella y queríamos crear una historia donde lo más importante fuera la mujer", cuenta García, que no deja de destacar las dificultades que sorteó la protagonista del montaje por el hecho de nacer fémina en el siglo XVI. "Las mujeres se encontraban un paso por debajo de los hombres y Santa Teresa fue capaz de ir por delante. Y también de reírse de ellos", afirma.

Teresa, miserere gozoso comienza cuando la religiosa y escritora supera una grave enfermedad en 1539. "La fiebre de Malta", recuerda su autor, al que acompañó ayer en la presentación de la obra, que tuvo lugar en el restaurante Torre de Sande, la directora del Gran Teatro, Silvia González. "Estuvo a punto de morir, pero se recuperó". La historia avanza y refleja su condición de fundadora de la orden de las Carmelitas Descalzas y del convento de San José de Avila. Todo lo hizo, además, con una premisa que repite el propio García. "Santa Teresa le dice a las demás monjas: todas vamos a ser iguales, y yo la primera. Y eso que ella era una señora porque venía de una familia de bien". E insiste en las ganas de aquella de pelear, de cambiar la situación social de su época. "En el montaje vemos a Santa Teresa discutir con su padre y reprocharle su vulgaridad". Sólo es un reflejo de una personalidad arrolladora, la expresión en su máximo exponente del "ser yo" renacentista.

PREJUICIO Sí guarda una queja Luis Miguel García. "Hay mucha aprensión en España a hacer teatro sobre una Santa", lamenta. Quizás porque este "es un país cateto", pero asegura el director que en otros países, como Inglaterra o Alemania, no se da esta circunstancia. Y ejemplifica su argumento al aludir a Oliver Cromwell, un militar inglés que despierta cierta polémica entre la ciudadanía británica. "Se filmó hasta una película y goza de mucha prensa en el país anglosajón. Aquí, en cambio, existen muchas prevenciones para contratar este espectáculo", opina. Y continúa con otra anécdota: la negativa recibida al proponer el montaje de un Shakespeare. "¿Cómo es posible que organicen un Cervantes en Inglaterra y aquí no podamos hacer una obra del autor inglés? No hay capacidad ni visión, y es asombroso que las artes no estén en el nivel curricular", sentencia.

Debates aparte, hoy sí será el turno de Santa Teresa. Una mujer que se enfrentó a la princesa de Eboli, a la Inquisición y cuya poesía se ha interpretado como sublimación de la líbido. Condenó a la Orden Carmelita, fundó las Carmelitas Descalzas su brazo, dicen, todavía se conserva en Ronda. Rosa Manzano interpretará a una mujer "de acción y efectividad tremenda". A las 10.30 y, como siempre, en San Jorge.