Miedo. Lo que pasó Begoña R. fue "muchísimo miedo" pero "en ningún momento, pensé en tirarme", declaró ayer a este diario. "Han sido los peores momentos de mi vida", reconoció. A pesar de lo que parecía desde abajo, durante los casi 8 minutos que la joven estuvo suspendida en el aire a una altura de más de 20 metros, ella solo pensaba en agarrarse con fuerza para no caerse. "Estuve averiguando si podía saltar a la otra ventana, pero vi que no podía. Estaba desesperada, veía llamas...".

La chica, de Mérida y estudiante de Terapia Ocupacional en Cáceres, aún dormía cuando se inició el fuego. "Oía mucho ruido y a mi compañero llamarme: "Bego, Bego"". Cuando abrió la puerta, el humo se apoderó del dormitorio. Cuenta que trató de ponerse una manta en la cabeza y salir, pero "vi las llamas y no pude".

No podía respirar, así es que pensó en la ventana. "¿Qué otra cosa podía hacer? No me quería quemar", manifestó. Así es que la abrió y se encaramó a ella. El piso tiene doble ventana. Una vez fuera, la joven cerró la interior para evitar la salida de humo y se sujetó a la otra. Desde allí pedía "socorro y ayuda", pero asegura que nunca amenazó con tirarse.

Tras ser atendida en el hospital, en pijama y con las manos todavía negras del hollín, la joven regresó al piso carbonizado sobre las dos de la tarde, cuatro horas después del suceso, a recoger algo de ropa y objetos personales. Aún tenía el miedo metido en el cuerpo pero demostraba en sus palabra una gran entereza, la misma que le había permitido aguantar asida a la ventana.

En cuestión de minutos

Su compañero de piso, Tomás A. H., de 20 años y natural de Almendralejo, es camarero del Moanín, la popular tapería junto a la plaza Mayor. Pasado el "tremendo susto", intentaba comprender lo ocurrido. "No sé cómo en cuestión de cinco minutos, todo estaba ardiendo, no me lo explico. Me fui a cambiar de ropa y de repente, todo estaba en llamas", relataba ayer. "Conseguí alcanzar el rellano a ciegas y cuando llegué empecé a pedir auxilio. Durante todo el tiempo llamaba a Bego, que estaba en la habitación del fondo, pero todo estaba lleno de humo".

Los dos jóvenes se quedaron en cuestión de minutos sin hogar, aunque fuera de alquiler. El fuego también acabó con muchas de sus pertenencias. Enseguida el Instituto Municipal de Asuntos Sociales activó su protocolo de asistencia en casos de emergencia y buscó un hostal donde alojar a los afectados durante los próximos cinco días. Hasta que encuentren un nuevo hogar, allí se recuperan del sobresalto .