Hermano de carga, jefe de paso, directivo de distintas hermandades, mayordomo e incluso presidente de la Unión de Cofradías en el periodo 2006-2010. Juan Narciso García-Plata lo ha sido todo en la Semana Santa cacereña. Conciliador y afable, respetuoso con las tradiciones de seis siglos pero abierto a ese espíritu joven que ha refrescado la Pasión en la última década, a este veterano cofrade sólo le faltaba ser pregonero y lo hará el próximo jueves, 15 de marzo, en el Gran Teatro (20.00).

--No hay mayor honor para un cofrade...

--Después de haber pasado por todas esas responsabilidades y por la más importante, que para mí consiste en ser hermano de las cofradías, el hecho de que te nombren pregonero de la Semana Santa cacereña supone un reconocimiento, una gran responsabilidad que te compromete a intentar hacerlo lo mejor posible.

--Pero no hay tarea más complicada que sentarse a redactar un pregón. Tantos años, tantos pregoneros, tantos cofrades… ¿Cómo es posible innovar?

--No me lo he planteado como una lección teológica, porque no soy quien para ello, ni he tratado de hacer nada nuevo, porque ya habido muchos tipos de pregones y grandes pregoneros con sus formas y estilos. Yo quiero ofrecer una visión de lo que es la Semana Santa a partir de mis vivencias como hermano, expresar mis sentimientos y transmitirlos al resto de cofrades, desde que era muy niño e iba con mi abuelo al palco de la Comisión Pro Semana Santa, hasta las experiencias como hermano, mayordomo, jefe de paso..., y por supuesto también con las cofradías a las que no pertenezco.

<b>--Frecuenta el ambiente cofrade desde la infancia... ¿Cómo ha cambiado la Pasión cacereña?</b>

--Basta coger alguna de las primeras guías que se publicaron hacia los años 80 y compararlas con las de hoy. La Semana Santa ha cambiado en todo, en el número de cofradías, en la solemnidad con que se sacan los pasos (no quiero decir que antes se hiciera mal), en la imaginería, en la ornamentación, en las andas... El esfuerzo de las cofradías por consolidar lo que vienen haciendo tiene un reflejo visual evidente. Pero también ha cambiado otra cosa más importante: las hermandades han pasado de ser grupos que vivían casi al margen de la Iglesia a ser herramientas dentro de la labor de apostolado de la propia Iglesia.

--¿Hay que corregir el rumbo?

--Hay que seguir con la labor de evangelización, en ese sentido las cofradías no deben corregir nada. Pero en temas internos de funcionamiento, creo que hemos de centrarnos más en consolidar lo que tenemos que en intentar innovar permanentemente. Llega un momento en que la Semana Santa de Cáceres tiene empaque suficiente para consolidar sus valores.

--Durante su mandato como presidente de la Unión de Cofradías se crearon las dos hermandades de costaleros en Cáceres. Le trajo muchos quebraderos de cabeza, fue un momento especialmente complicado en su larga trayectoria cofrade…

--La Unión de Cofradías no tiene marco normativo ni capacidad moral para consentir o no consentir estas cuestiones. Es un órgano de coordinación, sin competencia para entrar en el orden interno de ninguna cofradía y menos para romper la ilusión de grupos de jóvenes que querían hacer nuevas hermandades. Si el propio obispo los aprobó y animó, ¿Quiénes éramos nosotros para impedirlo? Me llevé disgustos con algunos directivos de cofradías tradicionales que no entendían que se pudiera consentir la creación de cofradías de costaleros. Yo no comprendería nunca que el Nazareno, la Dolorosa o el Cristo de Calvario se llevaran a costal, romperían la tradición, pero en los pasos de nueva creación es viable que quieran tener esa seña de identidad. A día de hoy estoy convencido de que han enriquecido la Semana Santa.

--De hecho, la Pasión cacereña encierra una riqueza extraordinaria. Tenemos los cuatro cristos góticos más antiguos del país procesionando por las calles. En su conjunto, nuestros pasos conforman la colección de imaginería con más historia a sus espaldas ¿Cree que los propios cacereños saben valorarlo?

--Opino que lo valoran más quienes vienen de fuera, especialmente de otras cofradías, pero eso pasa un poco en todos sitios porque en la rutina del día a día las cosas no se valoran. Tenemos tal variedad de formas, de estilos, de imágenes y de antigüedades en nuestras procesiones que, junto con el casco histórico, hacen única la Pasión cacereña.

--Este año, algunas cofradías han racionalizado los recorridos para velar por los hermanos. A nadie se le escapa que muchos cofrades se reparten entre distintas hermandades y que las exigencias venían siendo elevadas...

--Soy partidario de que no es mejor desfile procesional el que más dura, sino el que está el tiempo necesario para hacer la labor que tiene que hacer, la catequesis en la calle, en las zonas donde realmente tiene sentido porque hay público, y donde los propios cofrades van realizando su estación de penitencia. Pero salir por salir más horas o a más sitios no tiene lógica, sobre todo porque muchos hermanos son de varias cofradías y porque la edad también va pesando. Aunque haya relevos y jóvenes, hay que racionalizar los esfuerzos.

--Le gusta seguir bajo el paso, posiblemente sea donde más cómodo se siente. ¿Su vivencia más especial?

--Siempre lo digo, se trata de un momento de profunda reflexión con el Cristo del Amparo, cada año, subiendo los adarves, en la madrugada del Martes al Miércoles Santo, cuando apenas queda público en el último tramo de la procesión, cuando el silencio es absoluto. Eso no se puede explicar, hay que vivirlo.

--¿Qué momento de la Semana Santa no se perderá nunca?

--Hay muchos... Mientras tenga fuerzas seguiré yendo de hermano de carga a esa estación de penitencia profunda que hacemos con el Cristo del Amparo. Tampoco faltaré a la salida y entrada del Cristo de los Estudiantes, donde siempre me emociono porque me trae recuerdos de gente que ya no está. Y por supuesto a la salida de la Virgen de la Esperanza, a la que mi mujer y yo tenemos mucho cariño.

--¿Qué les falta a las cofradías cacereñas?

--Quizás algunas deban profundizar en esa labor de apostolado y evangelización, porque muchas veces nos quedamos en la procesión, los adornos, las andas...

<b>--¿Qué les sobra?</b>

--Sobrar, no sobra nada, todo se hace con buena intención aunque haya fallos, como en todos los colectivos.