Farmacéutico de profesión, encontró en la escritura una manera de evadirse. Gestiona la farmacia que heredó de su madre, en la calle San Ignacio (antes estaba en la calle Miralrío) y acaba de abrir una clínica veterinaria en Casa Plata, Sotobosque. Saca tiempo como puede para escribir y ya cuenta con cuatro ejemplares: , ‘Punto por punto’ (2004), ‘Ruta Sevilla-Vigo: 1.400 kilómetros llenos de bandoleros’ (2007), ‘Puente a Cipango’ (2013) y ‘Míster Universo’ (2017). La recaudación de este último ha decidido donarla a la Asociación Española Contra el Cáncer (Aecc).

-¿Cómo empieza su afición por la literatura?

-Es una cosa muy rara porque no soy muy aficionado a leer novela. No sé muy bien por qué escribo, quizá porque para mí se ha convertido en una manera de entretenerme y evadirme. Me ayuda a plasmar la realidad que me gustaría.

-A pesar de no ser un gran aficionado esta ya es su cuarta novela…

-Empecé a lo tonto pero ahora ya es como una adicción, necesito escribir. Vargas Llosa dice que un escritor, cuando lleva dos o tres días sin escribir, parece que siente que está traicionando algo. Y es verdad, yo siento lo mismo. Para mí es un hobby que no sé muy bien cómo ni por qué empezó pero ya no puedo dejarlo, de hecho en enero quiero empezar con la siguiente, que es una continuación de esta última. Necesito escribir y contar historias, porque me ayuda a desconectar de los medicamentos y de la salud.

-En este libro da rienda suelta a su imaginación…

-Es una novela de fantasía, aunque también tiene mucho trabajo detrás.

-¿De qué trata?

-Trata del planeta Kepler 452, que está muy lejos de la tierra. Allí se supone que la civilización comenzó mucho antes que en la tierra, nos llevan mil años de adelanto. Pero el planeta estaba superpoblado y los recursos empezaron a ser escasos, lo que les llevó a buscar otros planetas. Utilizan su tecnología para analizar la tierra. De hecho en el primer capítulo se cuenta cómo una cápsula llega a una playa de Asturias y desde ahí analiza todo lo que hay aquí. Recogen la información y mandan a un emisario para que la contraste. Es un humano pero con unas facultades extraordinarias, con un coeficiente intelectual de 200, una muy buena presencia,… en definitiva, es infinitamente mejor que nosotros. Aunque todo esto, al final, va a obrar en su contra.

-¿Por qué ha decidido que sus beneficios vayan a la Asociación Española Contra el Cáncer?

-No soy escritor, soy farmacéutico, por lo que el sentido que tiene no es que la gente me lea, sino que valga para algo importante y eso se consigue donando lo recaudado. El anterior fue para Cruz Roja Cáceres. Aunque reconozco que me da rabia que llegue Belén Esteban con un libro que le habrá escrito otro y venda miles de ejemplares. Sé que yo no soy Miguel de Cervantes, pero lo que hago lleva mucho trabajo.

-El libro tiene además algún guiño a la enfermedad…

-Sí, en el mundo de ellos el cáncer se cura, cuando naces te meten un microchip debajo de la piel y ya te impide desarrollar la enfermedad. Aquí en la tierra, en cambio, el cáncer es una lacra que nos castiga y nos seguirá castigando. Ojalá algún día se pueda inventar algo así.