Cuando se pregunta en los puestos del Mercado de Abastos de la Ronda del Carmen cómo está yendo la desescalada hacia la nueva normalidad, la respuesta parece ser unánime. «Se nota un poco», dicen, «Pero es Cáceres, y esto es julio».

Ese argumento parece ser más que suficiente para explicar la situación. En una localidad mayormente formada por funcionarios, «pocos vendedores se sorprenden de que menos gente venga en los meses del verano», dice Sebastián Jiménez, cuya carnicería está justo a la entrada del edificio. En el mercado de abastos, el descenso se recibe con calma. Uno de los empleados, Javier Barbero, admite: «Si antes se gastaban cincuenta, ahora son treinta. La gente está precavida con el dinero, por si luego no lo tienen», y también comenta que «se ven coches por la calle, pero en el mercado no entra mucha gente». Pese a ello, concluye: «Yo llevo pocos meses. Mis compañeros dicen que no es raro».

Es precisamente lo que opina Lorena Iglesias, de Cáceres Para Comérselo, cuyo establecimiento está justo en frente. De pie en su puesto, y con una sonrisa tras la mascarilla reglamentaria, comenta que «esta ciudad durante julio y agosto se medio muere», y continúa: «Yo no vendo igual, pero creo que es normal».

Sebastián, tras atender a una clienta, añade: «La gente siempre se ha ido en verano. Este año tienen más miedo de playa, pero se practica turismo de interior». Su mayor incertidumbre está en el mes venidero, agosto. Reconoce: «Normalmente vuelve a subir por los turistas que vienen. Pero este año no sé si será así».

Su actividad comercial normal no tiende a recuperarse hasta «finales de agosto, o principios de septiembre», momento en el que la tendencia del consumidor vuelve a normalizarse