Ciudadanos es un partido nacido en la confrontación y para la confrontación de la que ha vivido estos años con buenos rendimientos electorales, pero llegado el momento en el que debe dar el paso a los gobiernos se le han visto las incoherencias y contradicciones que quizás sean consecuencia de la carencia de un contenido ideológico claro.

En poco tiempo han pasado de ser socialdemócratas a liberales pero no hacen ascos a pactar con quien sea con tal de alcanzar un sillón. Incluso el discurso de la regeneración, del que habían hecho bandera, ha desaparecido o ha sido camuflado. Esa indefinición y el ansia de llegar a detentar poderes ha devorado la estrategia urdida durante los últimos años, pues su objetivo era superar al PP y precisamente ahora que lo tenían a los pies de los caballos le proporcionan árnica con los pactos en Madrid que para el PP era la tabla de salvación, de manera que ha consolidado a Casado y le ha convertido en ganador de las municipales.

La política de bloques no le beneficia al haberse situado en el de la derecha cuando no es que debiera irse a la izquierda, sino que debería haber buscado un espacio propio que, como se vio cuando nació, es posible y no está ocupado.

En nuestra región han vendido que su pacto con los socialistas o con el PP era lo mejor para las ciudades cuando en realidad de lo que se trataba era de detentar la cartera de Hacienda y otras bagatelas muy jugosas.

Independientemente de los compañeros de pactos, todos ellos legales, lo que se pone de manifiesto es que no existe una línea coherente entre todos ellos pues lo que en unos sitios es quitar el poder a quienes lo llevan detentando muchos años (como si solo eso fuera regeneración), en otros se consolida a quienes llevan más años. Y las negociaciones con Vox son esperpénticas. Se negocia pero se niega que se negocie. Se reúnen pero se niega la foto.

Ciudadanos ha perdido el rumbo que parecía tener, no es lo que prometió ser y posiblemente no tenga más futuro que ser una bisagra que podrá rendir pingües beneficios a unos cuantos militantes de la élite, pero que cada vez significará menos en el concierto nacional.