TNto mantener el hogar con temperaturas superiores a 18 ºC tiene consecuencias directas sobre la salud de los que lo habitan, provocando enfermedades al aparato respiratorio, al sistema cardiovascular y a la salud mental de mayores, jóvenes y niños.

El reciente estudio publicado 'Sostenibilidad en España 2012', realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad, organismo independiente creado en 2005 y formado por el Ministerio de Agricultura y diversas fundaciones, estima que la pobreza energética fue responsable en España de entre 2.300 y 9.300 muertes durante ese año, una cifra más elevada que las víctimas mortales por accidentes de tráfico en carretera (1480 en 2011).

La eficiencia energética de las viviendas no sólo podría evitar enfermedades y muertes en invierno, también podría hacerlo durante las olas de calor de verano. La ola de calor de 2003 en Europa provocó 70.000 muertes en el continente, siendo los más afectados los mayores de 75 años.

La pobreza energética hay que elevarla al nivel de importancia que tiene sobre las familias, hecho acreditado si se tiene en cuenta que Cruz Roja y Cáritas destinan el 43% de sus ayudas a este problema. Pero además, hacer programas públicos para potenciar la eficiencia energética tiene efectos positivos sobre el gasto público; Irlanda estimó que de la inversión pública dedicada a un programa de rehabilitación energética, retornó el 42% por ahorro del sistema sanitario.

Hay evidencia clara del efecto sobre la salud de viviendas que, por razones económicas, no alcanzan una temperatura adecuada. Hay que hacer que las viviendas sean eficientes energéticamente, es decir, que necesiten pocos recursos energéticos y, por tanto, económicos para mantener unas condiciones mínimas de confort y salubridad.