Quiero compartir una amarga experiencia que nos sucedió hace unos días y que no debería volver a ocurrir. El 23 de agosto, viernes, teníamos cita con el médico de cabecera porque mi hija Tamara, de 29 años, no se encontraba bien. Sufría un dolor en el lado derecho, desde el hombro hasta el pie, que le dejaba el brazo dormido. Pero además comenzó a tener fiebre de hasta 39 grados y se encontraba bastante mareada, muy fatigada.

Al llegar al centro de salud de Nuevo Cáceres nos encontramos que nuestro médico de cabecera no estaba. Atendía a los pacientes el facultativo de otra consulta. Entró mi hija y no tardó en salir un minuto. Le dijo que tomara abundante agua e Ibuprofeno, y que regresara el lunes a su médico y le contara lo que le pasaba. Tamara iba empeorando. Llegó un momento en que no podía aguantar el dolor de pie ni tumbada. La fatiga aumentó. Decidimos ir esa misma mañana al Servicio de Urgencias del nuevo Hospital Universitario de Cáceres. Nada más llegar le hicieron un electrocardiograma y le pasaron enseguida con el médico de Urgencias, que le hizo una radiografía, análisis y diferentes pruebas. El diagnóstico fue doble. Por un lado, un desgarro muscular que le provocaba el dolor del lado derecho. Por otro, una infección en las vías respiratorias superiores que le provocaba la fiebre.

Sobre las 13.15 horas nos fuimos a casa con la recomendación de volver el lunes al médico de cabecera. Pero a las 19.00 horas aproximadamente tuvimos que volver a Urgencias del Hospital Universitario porque estaba peor y no podía resistir el dolor. Su estado nos daba miedo. Cuál fue nuestra sorpresa cuando el médico que le había atendido por la mañana le regañó por volver por la tarde, le insistió en que era un desgarro muscular que tardaría tiempo en curarse.

Mi hija, con los dolores que llevaba y las pocas ganas que tenía de hablar, se echó a llorar, y le dijo que no podía más. El doctor le realizó dos pruebas médicas más donde se pudo comprobar que en realidad tenía una trombosis pulmonar. Tamara fue ese mismo día trasladada hasta el Hospital San Pedro de Alcántara, donde está ingresada y esperamos preocupados que se recupere.

Tengo la intención de interponer la correspondiente denuncia por la falta de profesionales en la sanidad cacereña, con solo dos médicos atendiendo la unidad de Urgencias de un hospital provincial. No es normal lo que está ocurriendo, entiendo que puede haber errores humanos, todos lo somos, pero el caso de mi hija podía haber tenido un final terrible. No obstante, quiero dar las gracias a l@s enfermer@s y celador@s tanto del Hospital Universitario de Cáceres como del Hospital San Pedro de Alcántara por su trato hacia mi hija. Espero que situaciones como ésta no se vuelvan a dar y que los cacereños podamos tener la atención que merecemos.

El autor es José Antonio Ayuso, vecino de Llopis y usuario del SES.