La vida de Juan José Cabello cambió en marzo del 2001. El cierre de las emblemáticas tiendas de la empresa El Siglo, situadas en la calle Pintores y la avenida de España, significó un punto y aparte en la trayectoria profesional de este dependiente con una experiencia de 35 años detrás del mostrador. El Tribunal Supremo tiene pendiente dictaminar todavía si su despido es o no considerado procedente.

Los 52 años de Juan José Cabello han pesado, desde entonces, como una losa en la búsqueda de un nuevo trabajo: "A mi edad ya no te quieren en ningún sitio. Es más fácil que contraten a dos jovencitas monas que a un señor mayor", lamenta, mientras explica cómo el drama del paro ha modificado de arriba a abajo sus costumbres: "Ahora me levanto y no sé qué hacer. Doy una vuelta por la mañana y por las tardes estoy en casa".

Juan José Cabello sueña ahora con ser ordenanza. El año pasado se presentó a la convocatoria de plazas en la Junta y aprobó el primer examen. Luego suspendió la segunda prueba y ahora está incluido en una bolsa de trabajo. Ha perdido la esperanza de que le lleguen otras ofertas y rehúsa ir de puerta en puerta porque, dice, "no tiene sentido". Con este panorama, los ingresos familiares para mantener los estudios de tres hijos, de 22, 20 y 18 años, proceden del sueldo de su mujer y de los 660 euros (110.000 pesetas) que él cobra de subsidio.

Dos años sin vacaciones y ningún lujo han provocado, dice, que en casa "apenas se hable del paro". Afirma que el secreto para no hundirse ha sido plantearse la situación "en positivo" y recuerda, con amargura, "que ya no hay trabajo con arreglo a mi edad". Mientras habla del milagro de encontrar un empleo, a Juan José Cabello se le van enrojeciendo los ojos. Sabe que mañana será más duro levantarse.