La idea de emprender e innovar que a una pareja de jóvenes les rondaba la cabeza se hizo realidad al mezclar dos vertientes diferentes en un mismo local. Un centro de estética y un estudio de tatuajes fue el resultado. Hobe lleva abierto solo dos meses y medio en La Madrila Baja y tiene a sus propietarios «muy contentos con la empresa».

La historia del tatuador cacereño Daniel Berrocal comenzó cuando no era buen estudiante y se dedicaba a dibujar en clase. Al cumplir 18 años se hizo su primer tatuaje, lo que le despertó la curiosidad por el «mundillo». Un día decidió comprarse una máquina de tatuar, a pesar de que su familia lo veía como un capricho. «Empecé a tatuar en piel de cerdo y telas, más tarde a mis amigos que fueron mis conejillos de indias», relata.

Con 20 años puso rumbo a Madrid para obtener los títulos necesarios de su profesión. Al poco tiempo se dio de alta como autónomo y aprendió microblanding (una técnica de tatuar cejas). Una empresa de Béjar se fijó en su trabajo donde acudía cuando llenaba la agenda. También tenía clientes en Cáceres por lo que una vez consiguió ahorrar «algo de dinero», en su pensamiento solo estaba la ilusión de abrir un negocio. Su pareja, la otra propietaria del local, es esteticién. «Maquillaje, depilación, uñas y microblanding son algunas de sus especialidades».

El verano pasado los dos sentían la necesidad de «echar a volar» y poder combinar ambas profesiones en un único centro. Tras cuatro meses pensando cómo llevar a cabo la idea y después de «patear varios locales» mientras paseaban por La Madrila, vieron un cartel en el antiguo Submarino y lo tuvieron claro: «ese era el lugar». Los apellidos de ambos, forman el nombre y la decoración también es una fusión. «No es ni de centro de estética ni de estudio de tatuajes. Decidimos apostar por algo diferente que no tuviera nada que ver con ninguno, tiene aire vintage». El espíritu emprendedor del cacereño de 23 años y su pareja, de 22, dio luz a Hobe. Al principio «nada es fácil, sobre todo el papeleo», asegura. «Otros estudios de tatuajes decidieron prestarme ayuda a la hora de los permisos, después todo vino rodado».

Daniel afirma que le encanta su ciudad y, aunque piense que faltan «cosas», asegura que hay hueco para todos los jóvenes. De hecho, los anima a arriesgar, porque algo que también echa en falta son emprendedores. «Es necesario innovar, buscar lo que falta y traerlo a Cáceres, así contribuímos todos en la ciudad».

El cacereño no duda en quedarse, ya que ahora hace lo que más le gusta, con quien más le gusta, donde siempre ha querido.