Hay lugares en el mundo en los que te encuentras más cacereños que en el mismísimo Cáceres. Por ejemplo la Antilla, Punta Umbría y Matalascañas. Sientes una gran pena, porque en Cánovas, o en Pintores, parecen personas hechas y derechas pero en tales lugares son unos barrigones orondos y unos michelines excesivos. Eso si te los encuentras en la playa porque si los ves en la calle mayor te entran ganas de llorar pues estarán rodeados de familiares ansiosos por comerse un helado. Pero con Madrid no pasa eso.

Vas a Madrid y te dices: "Esta vez toca de cultureta". Y recorres el Prado, el Thyssen, el reina Sofía. Luego el Ateneo, la Biblioteca Nacional. No pueden faltar el Círculo de Bellas Artes y la Fnac. Pues no encontrarás un solo cacereño que pueda verte y al regresar hacerse lenguas de tu amor por la cultura. "Me encontré al Buenadicha en el Thyssen". No digamos si entras en una iglesia, porque si los cacereños cada vez van menos a misa en Cáceres no pensarás que van a ir a Madrid para meterse en una iglesia. Ni siquiera en la de Nuestra Señora de la Buena Dicha, que es una iglesia modernista preciosa situada en la calle Silva, cerca de la Gran Vía. Porque solo te encontrarás cacereños en la calle Preciados e Ikea.

Ahora, decides echar una cana al aire, te ligas a una pelandusca y tratas de esconderte en un putiferio lo más recóndito posible. Pues ya se sabe que antes de entrar, cuando estás metiendo la mano donde no debes, te encontrarás con tu cuñado, con la peluquera de tu esposa y con un compañero de trabajo. De manera que a los cuatro días todo Cáceres se entera de que "el Buenadicha estaba en un puticlub con una fulana de aquí te espero". Ay que joderse, si parecía un meapilas. "¡Uy! Esos son los peores". El próximo viaje lo haré a Amsterdam.