Ha sido de los últimos en llegar, sino el último. Javier García montó su frutería La Piñita en uno de los puestos de la galería comercial hace apenas cuatro meses. "Anteriormente tenía el negocio en la avenida de Portugal, pero los alquileres en la calle están disparados", asegura García, que se trasladó principalmente por el "factor económico". De momento trabaja solo, porque no se puede permitir contratar a ningún empleado, y su clientela de toda la vida es la que le mantiene a flote. "Por una cuestión de visibilidad es complicado captar nuevos clientes; el boca a boca es la principal arma", apunta. Con respecto al estado del espacio comercial, García apostaría por renovarle la cara a la galería y buscar la manera de habilitar plazas de aparcamiento, obstáculos que "suelen echar para atrás a la gente".