Con un censo que roza el medio centenar de vecinos, la estación de Arroyo-Malpartida, situada a menos de 20 kilómetros de la capital cacereña, se ha convertido en un ejemplo de cómo la especulación inmobiliaria ha irrumpido en los últimos años, a pesar de la falta de inversiones en esta pedanía dependiente del ayuntamiento cacereño y en la que Renfe es dueña del 80% de los terrenos.

"Se han vendido viviendas por seis millones de pesetas cuando hace sólo unos años valían uno y medio. Ahora puedes encontrarlas por cuatro, aunque casi todo está ocupado", explica el presidente de la asociación vecinal, Juan Manuel Martín. Este maquinista nacido en la estación deja bien claro que la última obra de envergadura que se realizó fue la renovación del suministro eléctrico en 1992. "Desde entonces no se ha hecho nada", denuncia. Martín asegura también que el colectivo vecinal se siente "ignorado" por el ayuntamiento del que, afirma, aún no han recibido contestación a sus peticiones.

En este sentido, apunta que la actuación municipal se limita al mantenimiento de la pedanía cuando hay alguna avería, mientras las calles siguen sin asfaltar y los columpios del parque infantil están sin homologar. "El ayuntamiento y Renfe se pasan la pelota. Lo que nosotros queremos es que nos atiendan", señala el presidente vecinal.

Sin embargo, los incovenientes diarios, que se multiplican en verano con más de 500 habitantes, no han sido óbice para que los precios se disparen. El aire limpio y su encanto hacen de Arroyo-Malpartida una estación con parada en el olvido.