La congregación religiosa de las Hermanitas de los Pobres continúa a la espera de la tasación del edificio que tienen en venta en la avenida de España y que alberga su sede desde hace 141 años. «Por el momento seguimos igual», indicó Sor Celeste. «Estas cosas son largas», añadió. Al tiempo, confirmó que continuaban recibiendo llamadas interesándose por el inmueble, «pero no vamos a dar plazos porque no nos los marcamos y es normal que futuros compradores pregunten».

Fue el pasado 15 de enero cuando saltó a la opinión pública la noticia de su marcha de Cáceres ante la falta de vocaciones y que abrían las negociaciones para que una empresa privada gestionara el centro. En ese momento, la congregación ya advirtió de que la venta del inmueble no cambiará su uso, puesto que debe destinarse a residencia. «Aquí nunca podría levantarse un hotel», reiteraron. No obstante, quisieron lanzar un mensaje de tranquilidad. «Vamos a empezar los primeros trámites, pero de momento todo sigue igual. Nosotras continuamos al frente de la residencia y al cuidado de los usuarios», aclararon tras el revuelo e incertidumbre que ha generado su anuncio.

DIEZ RELIGIOSAS / La congregación insistió en el motivo fundamental que la lleva a tomar esta decisión: «No podemos seguir. Somos diez religiosas y con ese número nos resulta imposible mantener vivo el espíritu de la congregación. Tenemos que agrupar fuerzas de hermanitas, trasladarnos a centros donde seamos más, puesto que nuestra finalidad no es solo mantener residencias».

Reiteraron que «el edificio es propiedad de la congregación y nuestra idea pasa por venderlo a una empresa que lo siga manteniendo como residencia. De todas las maneras -añadieron las mismas fuentes- no podían dedicarlo a otra actividad que no fuese esa. No puede llegar una empresa, comprarlo y hacer un hotel; eso no. El inmueble está catalogado para su uso actual».

Añadieron que «la finalidad es vender el edificio con la actividad que tiene en la actualidad, manteniendo a las personas que atiende y haciéndose cargo del personal asalariado, en ambos casos en las mismas condiciones económicas». La congregación indicó que su política es que las personas mayores que están en el centro aportan el 85% de sus pensiones como pago. «Se trata de pensiones mínimas, una media muy baja porque nosotros nos dedicamos preferentemente a los pobres».