A Félix Jiménez, arrendatario de la finca los Arrogatos, situada en el corazón de Los Llanos de Cáceres, le brillan los ojos de cansancio e impotencia. El fuego se ha llevado por delante 400 ovejas de una cabaña de 1.700, algunas de ellas con graves quemaduras tras haber sido sufrido los efectos del fuego. "No nos dio tiempo a recogerlas a todas", recuerda. Un veterinario que las atiende afirma que muchas no salvarán la vida a pesar de los cuidados.

La historia de Félix es uno de los capítulos negros de un miércoles para olvidar. "Todavía tengo que ir a Corral Blanquillo, otra finca que está aquí al lado, a ver cómo ha quedado". Eran las dos de la tarde de ayer y aún continuaba con familiares y trabajadores curando al ganado malherido. En esta finca el fuego arrasó más de 600 hectáreas.

El mar negro en el quedaron convertidos Los Llanos de Cáceres también incluyó otras extensiones como La Atalaya, Suerte de Paredes, La Hinojosa o Casa Lázaro. En ésta ultima, Francisco Morgado no se explicaba ayer todavía cómo el fuego podía haber llegado hasta la finca que explota: "Hubo muy mala organización entre los bomberos", recuerda. Tuvo suerte y salvó a sus 850 ovejas.

A pesar de ello, el drama llegará más tarde. El pasto que se llevó por delante el incendio le costará más de 18.000 euros (tres millones de pesetas) en pienso para los animales. "Teníamos el verano resuelto y se han quemado 220 hectáreas", dice. Ahora se verá obligado a buscar otros tierras a las que llevar el ganado. La única salida será la trashumancia.

La indignación contenida de Francisco Morgado contrasta con la que denota la cara de Diego Crehuet. Acaba de recorrer una finca propiedad de sus familiares y todavía muestra su contrariedad por la actuación de los servicios de extinción: "Es inconcebible que se hayan dejado escapar de las manos el incendio. Pedí auxilio al 112 a las 15.30 horas del miércoles y despreció la capacidad del fuego. Hasta las 16.30 horas no aparecieron los bomberos".

Orografía favorable

Las condiciones del terreno, afirma, eran idóneas para frenar las llamas. Una llanura con escasas pendientes y con el pasto "muy triturado para poder sofocar el incendio". Las críticas a los medios tampoco faltan: "con un helicóptero poco se podía hacer, aunque los bomberos han trabajo muchísimo".

Un recorrido visual por Los Llanos de Cáceres deja bien clara la lengua de fuego que atravesó el miércoles las venas de una zona en la que revolotean los milanos en busca de los langostas y las langostas. Golpean contra los cristales del vehículo mientras uno de los dueños de las fincas de Los Llanos pone el grito en el cielo: "Yo soy propietario y no tengo problemas de dinero, pero esta gente lo ha perdido casi todo. Esto es una desgracia. Ahora encima nos querrán cobrar por haber apagado el incendio". Es mediodía y el sol azota Los Llanos. Un lugar que el fuego ha convertido en un mar negro y de fatalismo para sus habitantes de cada día.