Los inquilinos del bloque 5 de Ana Mariscal, en La Mejostilla, aseguran que no aguantan más. Los ruidos de la ludoteca municipal situada en el bajo han llegado a tal extremo que están dispuestos a realizar protestas y tomar medidas legales. "Ya hemos contactado con un abogado para asesorarnos y orientar las actuaciones oportunas. No queríamos llegar a este extremo, pero nos obligan las circunstancias", lamenta Valentina Hurtado, una inquilina afectada que vive en la primera planta. Algún residente sopesa incluso la venta de su piso.

Los propietarios de los pisos llevan tres años demandando soluciones y cuentan con un estudio de una empresa que avala el exceso de ruido "por encima del límite". Dicho informe fue remitido al ayuntamiento, pero no se han aplicado medidas efectivas. "Hay que vivir aquí para entenderlo. Los niños juegan, lógicamente dan golpes, gritos, corren, saltan, mueven las sillas, las ventanas están abiertas... Parece que los tenemos en casa, aquí no se puede estudiar o descansar", explica la inquilina del primero.

La ludoteca se inauguró en el 2004 en el bajo del edificio, un local de propiedad municipal. Los ruidos se hicieron evidentes desde el inicio y la situación fue empeorando. "Primero se abría dos o tres días a la semana por las tardes y no podíamos reposar tras el trabajo. Más tarde comenzaron a realizarse campamentos de verano, algo que no entendemos al tratarse de una comunidad privada de propietarios, sobre todo cuando el polideportivo está tan cerca y allí no se molestaría", señalan los inquilinos, que afirman que se han celebrado hasta cursos de baile para mayores.

Los tres escritos remitidos al ayuntamiento no surtieron efectos hasta febrero de este año, cuando la entonces concejala de Bienestar Social, Basilia Pizarro, se comprometió a insonorizar paredes, columnas y techo, colocando además un suelo antideslizante. "Nos reunimos con el PSOE e IU, que también apoyaron nuestras demandas", recuerdan.

Las obras se ejecutaron y la ludoteca se reabrió el pasado lunes para acoger un campamento de verano. "Entonces comprobamos que solo se había insonorizado el techo, y que continúa el problema. Volvemos a lo mismo: a las 8.30 comienzan a llegar 42 niños y aquí no se puede hacer nada hasta el mediodía", lamentan los inquilinos, que tomarán medidas si el nuevo gobierno municipal no se hacer cargo de la situación.