De alcalde en Ibahernando durante 20 años a escritor de novela negra. Francisco Giraldo lleva entregado a la literatura desde que se quedase en paro en mayo del año pasado. Desde entonces, no ha parado de escribir, y prueba de ello es la publicación de su ya tercera novela, El alambre roto de los titiriteros . En ella, el autor narra la historia de un terrorista en fase terminal que es indultado por el gobierno. Un grupo de personas no consienten que el preso vaya a morir en su casa y deciden secuestrar a la hija del oncólogo que está tratando al terrorista. Finalmente, su padre en compañía de un inmigrante deciden iniciar su búsqueda al margen de la policía.

"Hay una trama de investigación permanente y constante, con la figura de un detective privado y el doctor que no cede a las peticiones, de ahí lo de titiritero", apunta Giraldo, que se confiesa seguidor de Carlos Ruiz Zafón y piensa que en sus novelas hay algo de él. Aunque a pesar de ello, el ahora escritor se confiesa autodidacta: "Yo me lo guiso y me lo como".

La narración de Francisco Giraldo no entiende de palabras talladas. Se vale del lenguaje de la calle para describir contenidos sociales y temáticas que están de actualidad. Y es que con su prosa es capaz de mantener la atención del lector hasta el final: "En mis novelas la resolución suele estar en las tres últimas páginas", asegura el escritor y exalcalde. De esta forma, su manera de proceder parece que funciona, y de empezar a escribir por disponer de "todo el tiempo libre del mundo", ha pasado a dedicar gran parte de su vida a ello.

"Los lunes al sol dan para mucho. Tengo todo el tiempo del mundo, porque antes mi vida transcurría por otros derroteros. Ahora tengo una paz y un sosiego total consecuencia de sufrir el paro, tal y como lo está sufriendo la inmensa mayoría de este país", sostiene.

A tiempo completo

La intensidad y el trabajo con los que Francisco Giraldo se entrega a su faceta literaria es tal que su primera novela, La toga perversa , la escribió en tan sólo veintiún días, y mientras lo hacía ya se encontraba inmerso en Vínculo asesino , la segunda novela que ha escrito.

"No soy capaz de quedarme quieto", señala el escritor cacereño. Además admite que siempre tuvo en mente escribir, y que antes lo único que redactaba eran textos para el ámbito de la política: "No tiene nada que ver una vida con la otra, porque siendo alcalde es como estar en una tela de araña".

Hasta la fecha, la primera edición de sus tres novelas están agotadas, y eso sin contar con un agente literario y autoeditar sus trabajos. Pero como era de esperar, ya está escribiendo la cuarta, y lleva una media diaria de tres o cuatro páginas por la mañana y unas ocho o diez por la noche. Su objetivo son quince, "como Vargas Llosa".