La última experiencia empresarial de ocio nocturno en el recinto hípico le costó uno de los mayores disgustos al actual gobierno municipal en el 2003. Aunque la iniciativa se planteó como una alternativa de ocio para las noches de verano con pista de baile, chiringuitos y otras actividades lúdicas, el éxito de público de la iniciativa acabó en los tribunales. Un grupo de siete hosteleros se sintieron perjudicados al no haber podido aspirar a la gestión de la pista de baile y presentaron una denuncia contra el alcalde y el edil de Juventud por la autorización municipal a la pista. Se les acusaba de prevaricación y malversación de caudales públicos, delitos que la juez instructora del caso consideró que no se apreciaban en la actuación de Saponi y Castellano. Los cinco empresarios que gestionaron las instalaciones municipales las mantuvieron abiertas casi tres meses y convirtieron el hípico en el lugar de moda de las noches en el verano de aquel año. Otra iniciativa, como la que la promotora Prinsa realizó en la pista de la Cañada en el 2004, tuvo peor acogida y no compensó la inversión para adecuar este recinto abandonado, que apenas estuvo abierto dos meses con poca repercusión.