El primer depósito de agua de la capital cacereña ha perdido un elemento muy significativo de su antigua estructura. Construido hace más de un siglo, la parte superior del edificio de impulsión ha sido expoliada y también las escaleras que daban acceso a la plataforma. Se trata de una instalación simbólica del pasado cacereño y en concreto del entramado minero del pozo de la Esmeralda, cuya silueta, muy característica, ha quedado mutilada para siempre. Ha sido un robo más de los muchos que se vienen sucediendo desde hace décadas en las viejas minas, donde han llegado a desaparecer edificios enteros, incluso las vigas.

Estos saqueos duelen más que nunca, puesto que las minas de Aldea Moret se encuentran en trámites para convertirse en Bien de Interés Cultural (BIC), una figura que otorga la Junta de Extremadura y que garantizaría su protección. Además, serviría de lanzadera a otros proyectos, ahora en ciernes, para rehabilitar la zona y darle vida. No obstante, durante las últimas décadas se ha perdido el esplendor de los antiguos yacimientos (el deterioro es patente y los edificios se vienen abajo) pese a la importancia de su pasado: la mina trajo el progreso a la ciudad y una intensa actividad industrial que no ha vuelto a conocerse.

La Esmeralda es uno de los pozos que más elementos conserva "y uno de los pocos ejemplos que quedan para estudiar las viviendas de los mineros (...) Además de poseer la única chimenea que aún puede verse de los viejos hornos, es también la única que conserva las torres de acero de las instalaciones que abastecían de agua a Cáceres", explican los historiadores Francisco García Moya, Fernando Jiménez Berrocal y Juan Carlos Martín Borreguero en el libro La vida minera en Aldea Moret . Son las partes altas de estas torres las que han desaparecido. De hecho, sobre el terreno se aprecia cómo han desatornillado las estructuras para llevárselas. El robo se ha producido durante los últimos meses --a principios de primavera aún estaban las torres íntegras-- sin que se conozca la finalidad (como chatarra, por capricho o vandalismo). El resto del armazón también se encuentra deteriorado, lleno de pintadas.

MAS DE UN SIGLO El depósito es muy antiguo. Según recuerda Fernando Jiménez Berrocal, en principio se creó para evitar que el agua del Calerizo entrara en las galerías e impidiera la extracción de mineral, al igual que en otros pozos de la zona. "Las bombas funcionaban las 24 horas, todos los días del año", relata. El 21 de enero de 1899 se constituyó la Compañía de Aguas de Cáceres para abastecer a la ciudad desde estos depósitos aprovechando sus reservas. "Fue el primer sistema que tuvo Cáceres y había canalizaciones hasta la ciudad, aunque en principio el agua no era muy apreciada por su calidad y la gente prefería seguir acudiendo a las fuentes", explica Jiménez Berrocal. Buena parte de Cáceres ha seguido abasteciéndose del Calerizo hasta el año 2003, cuando Mejostilla y otras barriadas del noreste ya pasaron a depender del embalse del Guadiloba.

Este antiguo patrimonio es el que se ha visto nuevamente cercenado. "Viene ocurriendo desde hace largos años por culpa de todos, por dejadez y pasividad. Los viejos pozos y edificios apenas tienen vigilancia y los ciudadanos tampoco llamamos a la policía cuando vemos algo sospechoso", lamenta el presidente vecinal del poblado minero, Francisco Luis López. El barrio espera que la declaración de BIC cambie "por fin" las cosas y que nadie vuelva robarles el pasado, el suyo y el de toda la ciudad.