La Extremadura que yo quiero es una autonomía alegre y optimista, que propicie un marco de oportunidades a todos los que aquí nos encontremos, que no haga distinciones y que aglutine ilusiones y proyectos de futuro. La Extremadura que yo quiero no busca confrontaciones, sino puntos de encuentro. La Extremadura que yo quiero es la que debe avanzar, con equilibrio, desde Las Hurdes hasta la Siberia, desde Cáceres a Badajoz, desde Plasencia a Mérida... La Extremadura que yo quiero es la de las ciudades y pueblos caminando al unísono. La Extremadura que yo quiero es una comunidad que se centre en las personas, sin ninguna diferencia, y que rehúya de la pose para ir a los hechos que den importancia al abuelo, al ama de casa, a la empresaria, al joven, al desempleado o a la niña que debe cimentar un espacio de igualdad y respeto.

En la Extremadura que yo quiero, Cáceres tiene un lugar importante. Cáceres necesita a Extremadura de la misma forma que Extremadura necesita a Cáceres. En la Extremadura que yo quiero no hay que echar el cierre a proyectos de vida, a reivindicaciones colectivas, a centros de producción, a estudios... Para la Extremadura que yo quiero sueño un Palacio de Congresos que programe cultura a la que todos podamos acceder; un Centro Europeo de Empresas que dinamice nuestro potencial innovador y que nos coloque a la cabeza; unas infraestructuras modernas que nos sitúen en el mismo terreno de juego que el resto de territorios.

Con la Extremadura que yo quiero, quien está en situación administrativa irregular no se sentirá invisible; quien ve hoy cómo el repago de medicinas llama a su puerta volvería a la sanidad gratuita; las becas serían un derecho y no una muestra de paternalismo.

De todos depende volver a asumir que la Extremadura que necesitamos es la de la sonrisa y el respeto y no la de la desilusión y el desánimo. Por todos y cada uno de los desempleados de la región y la ciudad hay que seguir construyendo nuestro futuro. Por su empleo, nuestro bienestar y felicidad, viva Extremadura.