Siempre se ha tenido a los fabulistas de la antigüedad como ingeniosos creadores de apólogos y parábolas, destinados a enseñar, a instruir o a espabilar a los más torpes en las tareas elementales o en los trucos más utilizados para conseguir un fin. Recuérdese al más renombrado de ellos, al mil veces comentado Esopo, que nos dejó toda una serie de cuentecillos breves, ingeniosos y divertidos que han sido aplicados durante los siglos posteriores a las más variadas posturas y personajes, para deducir de ellas curiosas ‘moralejas’ que nos permitieran conocer mejor la realidad normal, simple y corriente de cada situación.

En nuestra propia época, después de escuchar con sorpresa e incredulidad las declaraciones de varios ministros del actual Gobierno sobre la salida de la crisis económica, la superación de la depresión y la masiva creación de puestos de trabajo que está a punto de tener lugar, ante ‘el asombro del mundo’ y la ‘admiración de las naciones con respecto a España’, me viene a las mientes la bonita fábula de El Parto de los Montes, que tanto divirtió a los coetáneos de Esopo y a los demás fabulistas posteriores. Pues, en nuestro caso, lo único que ha dado es que al comienzo de este año han subido los precios de varios productos de primera necesidad -luz, gas, vivienda, calefacción y alimentación - dejando ‘congelados’ salarios y pensiones; con lo que ‘los montes’ han parido más pobreza y desigualdad. Ahora sí; ante el asombro de propios y extraños.

El género ha dado mucho de sí. Sócrates se aprendió los apólogos de Esopo de memoria, y Platón los aconsejaba implantar como lecturas obligatorias de los jóvenes atenienses de las escuelas de su época. En la Edad Media proliferaron los libros de apólogos y cuentos instructivos, consagrados a príncipes y señores feudales, como el famoso Libro de los Exiemplos del Conde Lucanor e Patronio, escrito por el Infante don Juan Manuel. El bonito y sugerente Libro de los Cuentos de Canterbury de Geofrey Chaucer o el de Calila e Dinna que Alfonso X El Sabio recopiló y editó copiando anteriores obras de mahatmas - maestros - hindúes y musulmanes, como obras de ficción; aunque basadas en la experiencia y en la oportunidad de su enseñanza.

Tampoco podemos acusar a todos los aspirantes a poltronas políticas o a cargos administrativos de ser parcos en el empleo de fábulas o en las fabulosas promesas para cada legislatura; bien durante la campaña electoral o al hacer balance de su gestión al frente de las instituciones; como está ocurriendo en este final de etapa con los rescoldos y cenizas de la última cita electoral, que tuvo lugar en Cataluña y que tantos vuelcos y desaires ha dejado como moraleja.

Quizá, para tapar esta moraleja, en el PP se han esmerado en ofrecernos millones de puestos de trabajo, empleos y tareas que reconstruyan los desencantos producidos con el proçes. Aunque no se haya aclarado la duración de estos empleos, la cuantía de su salario o los derechos a los que den lugar. Pues, incluso el derecho a tener una vejez digna, después de haber trabajado honradamente durante años: el derecho a una pensión, ya se está poniendo en cuestión ante el revuelto panorama que se abre.

Como ya dijimos en una reflexión anterior, esperamos que este nuevo año -que parece que trae también adherida una nueva convocatoria electoral- no arrastre entre sus eventos acumulados nuevos desengaños, nuevas imputaciones, nuevos saqueos y la eterna cantinela de la corrupción a la que los sufridos “hispanii” ya nos estamos acostumbrando.