El pasado enero ingresó en Urgencias del hospital San Pedro de Alcántara una mujer con un fuerte dolor en las piernas después de haber sufrido una caída accidental. Tras realizarle una primera placa los médicos no observan rotura pero sí un gran hematoma en el glúteo izquierdo, por lo que la dejaron en observación con calmantes. Así pasó la noche. A la mañana siguiente la visitó el médico y, como continuaba con muchos dolores, se optó por realizarle una segunda radiografía. Fue necesaria una tercera para diagnosticar una rotura en la cabeza del fémur.

Los doctores informaron a la familia la necesidad de operarla porque iba a ganar calidad de vida. De lo contrario cabía la posibilidad de que terminara siempre postrada en un sillón. La hija les comunicó su preocupación ante el hematoma que presentaba y el historial clínico de su madre: tenía 84 años y tomaba medicación para la circulación. Aún así se optó por intervenirla el 28 de enero, pero no lo superó. Falleció a los dos días. Ahora la hija denuncia al Servicio Extremeño de Salud (SES) por negligencia y reclama 120.000 euros por los daños causados.

Como con cualquier paciente, la familia tuvo que firmar un consentimiento informado. “El doctor, en su afán de animarme me dice que leer el consentimiento es como leer el prospecto de un medicamento. Considero entonces que lo que quería era quitarle hierro al asunto y finalmente lo firmo”, explica en la reclamación que ha presentado a través de su abogado, Daniel López. Tras salir del quirófano ingresó en la Unidad de Reanimación porque había perdido mucha sangre. Al día siguiente la mujer estaba estable aunque los médicos, antes de subirla a planta deciden administrarle una bolsa más de sangre. Por la tarde la trasladaron a planta.

A las horas la visitó el médico, que comunicó a los familiares que era probable que al día siguiente recibiera el alta. De hecho, según indican en la denuncia, llegó a redactar un informe de alta para el día siguiente aún “estando mi madre ingresada y sin saber su futura evolución”. Los problemas comenzaron esa noche, cuando la hija observa que su madre estaba muy pálida. Así siguió por la mañana. Mostraba además “desorientación, debilidad y falta de apetito”. A mediodía se le administró otra bolsa de sangre. La mujer casi no orinaba y se quejaba de un fuerte dolor en los riñones. Le administraron un calmante porque creían que era una contractura. Dos horas después le inyectan más sangre.

La mujer se quejaba también de un fuerte dolor en el estómago por lo que le administran un enema. Horas más tarde y después de rogar ayuda en varias ocasiones sufrió una pre-parada cardiorrespiratoria. Falleció en la Unidad de Reanimación. “Desde el momento que entró en Urgencias no fue tratada como se merece. Entiendo que se produjo una demora en la atención sanitaria sin atender la sintomatología que presentaba y desencadenó en un shock irreversible y la muerte, un daño irreparable”, señala la hija en la denuncia. Y añade que “la falta de atención médica junto a la poca o nula información durante todo el ingreso me ha causado mucho dolor y tristeza”. Este periódico ha preguntado sobre este asunto al Servicio Extremeño de Salud pero no ha recibido respuesta.