Ocurrió en noviembre del 2019, justo antes de que comenzara a funcionar la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del nuevo hospital de Cáceres, que llevaba abierto diez meses. Un vecino cacereño se encontraba ingresado en la Casa Verde Mérida, donde se recuperaba del ictus, cuando comenzó a sentir dolores intestinales aparejados de náuseas y vómitos. Fue trasladado al hospital de Mérida. Tras varias pruebas decidieron operarlo de urgencia porque presentaba obstrucción intestinal.

Después de la intervención pasó 5 horas en la unidad de Reanimación pero optaron por trasladarlo a la UCI porque su estado había empeorado con una peritonitis. Al día y medido pasó a la planta de Cirugía, a pesar de que presentaba problemas para respirar consecuencia, al parecer, de las flemas que tenía que no le habían sido aspiradas. Al día siguiente de madrugada las dificultades para respirar se agravaron, pero la enfermera le comunicó a su esposa que ya le habían dado la medicación. Por la mañana su mujer advirtió manchas moradas en el rostro de su marido y volvió a llamar a las enfermeras. En ese momento comprobaron que estaba saturando al 62% (lo normal es entre un 95 y un 100%). Los médicos decidieron que debía volver a ingresar en UCI.

Ante su sorpresa los especialistas les comunicaron que tenían que trasladarlo a Cáceres ya que la UCI de Mérida la estaban pintando. «Claramente esa alta de la UCI no respondía a criterios médicos, sino organizativos, siendo esa cuestión trascendental en el fatal desenlace», subrayan en la denuncia que han presentado contra el SES a través del abogado Daniel López Vivas.

En Mérida les informaron de que era necesario su ingreso en un hospital donde hubiera servicios de Cirugía, Digestivo y UCI, requisito que era imposible cumplir en esos momentos en Cáceres porque cuando fue trasladado, en el hospital universitario, donde está Digestivo y Cirugía, no había aún UCI.

Finalmente ingresó en el San Pedro de Alcántara el 2 de noviembre. Al día siguiente mejoró su problema respiratorio pero continuó con molestias intestinales. Aun así comenzaron a alimentarle con gelatinas y compotas. Pero volvió a empeorar. Tras varias pruebas, se comprobó que su intestino estaba inflamado y paralizado. «Nos dijeron que podía deberse a que se le dio alimentación demasiado pronto, por lo que se la retiraron», afirma la familia, que cree que hubo «claros fallos de compenetración» entre un hospital y otro. Tampoco hay constancia de que los digestivos llegaran a visitarlo.

Tras varios días pasó a planta, a Medicina Interna del San Pedro; pero de nuevo empeoró. Solo entonces decidieron trasladarlo al Universitario para realizarle una endoscopia. Debido a su estado se optó por dejarlo en la UCI del nuevo hospital, que casualmente había abierto ese día (19 de noviembre del 2019). Fue necesario operarle de nuevo de urgencia, esta vez en el Universitario, pero ya no se pudo hacer nada por su vida. La familia ha presentado una reclamación administrativa al SES por negligencia y reclama 159.571 euros.

Este diario preguntó ayer por este caso a la Junta de Extremadura y no recibió respuesta.