A los siete años ya tenía un baúl repleto con lo que entonces denominaban propaganda de cine , es decir, folletos de las películas que se estrenaban en la década de los 30. Más tarde, durante años y años, nunca faltó a los principales certámenes del séptimo arte y sus amigos siempre le recuerdan el primero en la cola del Festival de San Sebastián. El cacereño Fernando Turégano, crítico de cine, asesor de la Filmoteca de Extremadura y un auténtico amante del celuloide y las artes escénicas, falleció el pasado mes de julio mientras viajaba a Budapest para acudir a una de sus continuas citas culturales, pero su gran archivo gestado durante décadas mantendrá viva su memoria y será legado a la filmoteca para utilidad general.

Así lo ha avanzado su hermana, Loli Turégano, con motivo del homenaje póstumo que el mundo del cine y la cultura le rindió anoche en la filmoteca, situada en el Palacio de San Jorge, donde se descubrió una singular placa que otorga el nombre de Fernando Turégano a la sala de proyecciones. "Se trata de un trabajo del escultor César David, que representa una máquina de cine proyectando su nombre. Fernando era un gran conocedor y un apasionado de este mundo, siempre había visto los estrenos en los festivales antes que nadie, pero sobre todo era un amigo íntimo al que apreciaba por sus grandes inquietudes culturales y a la vez por su sorprendente talante juvenil", declaró Francisco Rebollo, director de la filmoteca.

UN PISO ´DE CINE´ Además de amigos y allegados, al acto asistió la consejera de Cultura, Leonor Flores, promotora del homenaje, y la alcaldesa, Carmen Heras, que destacaron la aportación de Turégano a la cultura y el apoyo que brindó en vida al reto 2016. Ana González Salvador, también asesora de la filmoteca, realizó una semblanza de su trayectoria y valía personal.

Loli Turégano confirmó previamente a este diario la intención de la familia de donar a la filmoteca "todo aquello que se considere de valor", en relación al extenso archivo de películas, libros, revistas y colecciones atesorado por el crítico a lo largo de su vida. "Tenía un piso en la Madrila repleto de estos fondos, donde se reunía con sus amigos y charlaban durante horas. La propiedad es ahora de sus cinco sobrinos, pero no habrá inconveniente en que los responsables de la filmoteca se hagan cargo de lo que consideren interesante", subrayó la hermana.

El acto de anoche finalizó con la proyección de la última película del ciclo dedicado a su memoria, al que ha asistido numeroso público. En total han sido tres largometrajes (La vida en rosa , La flauta mágica y Copying Beethoven ) donde se mezcla la música, el cine y los sentimientos humanos a través de historias relacionadas con Edith Piaf, Mozart y Beethoven. No en vano, Turégano era también un enamorado de la música, especialmente la ópera, y su muerte le sobrevino a raíz de una enfermedad que padecía hacía meses mientras viajaba en avión a Budapest, donde tenía previsto asistir a algunas citas culturales.

A sus 75 años conservaba muchos amigos, "y curiosamente le recordamos como si siguiera aquí, en otra noche de charla sobre cine", señaló Francisco Rebollo.