Puesto que la mayoría de tus amistades están conectadas a la red pensaste que iba a disminuir el intenso trabajo de escribir y enviar felicitaciones navideñas. Te has equivocado. Es cierto que te ahorras un pastón en postales, sellos y sobres amén de evitarte paseos al buzón de correos.

Así mismo te liberas de la rutina de escribir el mismo texto a decenas de personas, sin embargo recibes varias felicitaciones de la misma persona, a partir del 1 de diciembre y hasta Reyes, y la lista de felicitaciones ha aumentado considerablemente pese a que has dejado a alguien en el camino unas veces por olvido y otras porque decides que no lo merece.

Y lo malo es que no puedes evitar la tentación de reenviarlos pues se necesita tener mucha fuerza de voluntad, y muy mala pipa, para no hacer participes a tus amistades del ´wiwichu´. Es de mal amigo no alegrar a los colegas con aquel en el que un cuarteto de señoritas desnudas escuchan a una innovadora violinista que hace gala de una habilidad sorprendente. Porque algunas felicitaciones han pasado del acaramelamiento a la pornografía pura y dura.

Ya no te desean una feliz Navidad sino una excitación. Nada de prosperidad genérica para el próximo año. Directamente un orgasmo. Algunos, más expertos en informática, elaboran su propia felicitación con foto de la familia incluida encuadrada en alguna parte de la ciudad monumental. Qué monos están. Hay que ver lo que hace el Photoshop.