TSte ha celebrado en estas fechas el día del enfermo de Ictus. Cuesta creer que se celebren estas cosas, como cuesta creer que se celebre el día de la mujer trabajadora u otro tipo de obviedades que no necesitan ninguna conmemoración. Pero como son celebraciones políticamente correctas, poca gente se atreve a criticarlas al menos en público, no sea que te etiqueten y saquen a pasear los demonios atávicos. Ahora bien, la celebración del Ictus no es sino un aviso -así lo tomo yo- para que nos mantengamos alerta ante una dolencia muy de nuestra época.

En Extremadura se producen alrededor de 2.600 casos al año y, en concreto, en la unidad del ictus del San Pedro, se trata a unas trescientas personas por año. La verdad es que las cifras son abrumadoras y requieren por sí solas una pequeña reflexión acerca del asunto. Si usted ha sufrido esta enfermedad o la ha sufrido alguien de su entorno cercano sabe muy bien de qué le estoy hablando porque, según el grado de afectación, la vida del enfermo y su familia cambia completamente.

Aunque sólo fuera por esta circunstancia, por los cambios que supone en el enfermo y en su familia, sin entrar en otras consideraciones más materialistas, merecería la pena tomar algunas precauciones y desterrar algunos hábitos nocivos para desarrollar otros más beneficiosos. No sé qué pensará usted, pero yo creo que uno de los grandes logros de nuestra generación y de las que nos siguen, es haber fijado la práctica del deporte como un hecho natural y cotidiano. Produce una enorme satisfacción social -si se me permite la expresión- ver la ronda norte llena de deportistas que encuentran en el ejercicio asiduo -más o menos intenso- un buen motivo para ahuyentar los "malos espíritus".

En este sentido, uno de los deportes que más relevancia ha cogido en los últimos tiempos es el pádel. Por encima de los prejuicios injustificados -como todos los prejuicios- que levanta su práctica, tiene algunas ventajas. Por ejemplo, es un deporte fácil para jugar, ganar es otra cosa; es económicamente asequible, excepto para los que identifican los deportes o aficiones con visitas al Corte Inglés; y, sobre todo, tiene un tercer tiempo muy aprovechable en el que las relaciones sociales y la camaradería pasan por encima de los resultados.

Y si, de rebote, previene enfermedades como el ictus u otras, bien merece la pena su práctica. Ahora, eso sí, ¡ganar de vez en cuando sería la leche!