En la ciudad feliz no gustan nada las crisis municipales. En Cáceres se cree que esas cosas sólo suceden en Plasencia y en las capitales con problemas. Pero la política es así, ya no respeta ni al mes del amor ni a las ciudades felices. Todo comenzó en los albores del año 2003. Se rumoreaba en los mentideros políticos que el PSOE iba a llevar a un independiente de categoría en sus filas y pronto se supo que era el arquitecto Miguel Hurtado. El alcalde Saponi reaccionó y fichó como número tres de su candidatura a un economista de buena planta y mejor imagen que acababa de salvar de la quiebra un emblema del endeble tejido industrial cacereño: la cerámica Waechtersbach .

Se trataba del independiente Felipe Vela, que nada más ganar las elecciones, fue nombrado superconcejal de Economía, Hacienda, Patrimonio y Contratación. En el PP dieron el primer respingo cuando Felipe Vela dejó las áreas de Patrimonio y Contratación.

Sublevación municipal

Pero el respingo se convirtió en susto cuando al negociar el presupuesto de 2005, el concejal independiente pidió que subieran los impuestos y propuso que se rebajaran las partidas de las concejalías. Los munícipes se sublevaron y el 22 de noviembre de 2004, con Saponi en la UVI, Vela presentaba a Nevado, alcalde en funciones, la dimisión de todos sus cargos.

Aquella crisis se zanjó pactando una actualización de impuestos y ciertos recortes departamentales. Se aprobaron los presupuestos, pero cinco meses después, la crisis volvía a estallar en una Junta de Gobierno. Se trataba el tema de los 6,3 millones de euros que el consistorio debía pagar por una parcela para ampliar el parque del Príncipe, cuando Andrés Nevado dijo que él se negaba a negociar con especuladores. Felipe Vela replicó que él si negociaba porque si no, esos seis millones rompían su proyecto económico pues suponían la mitad del total destinado a inversiones en 2005. Y se armó la de San Quintín.

Los intríngulis de esas parcelas son interesantes. Resulta que el PGOU aprobado en 1999 consideraba esas parcelas zona verde, lo que obliga al ayuntamiento a comprarlas. Pero curiosamente, ambas parcelas habían sido compradas en 1999 por la empresa GP Promociones del Suelo , que pidió 14 millones de euros por ellas. El ayuntamiento pagó 660.000 y el juez dictaminó que había que pagar 6,.3 millones.

Aunque el ayuntamiento lanzó el mensaje de que no negociaría con especuladores, lo cierto es que se trataba de mera pedagogía política: sabían y saben que acabarán sentándose a negociar. Y aquí aparece una casualidad determinante. Resulta que cuando GP Promociones del Suelo presenta el expediente de expropiación de las parcelas, lo hace a nombre de la esposa de Jesús Alarcón Brea, que a su vez es el promotor de la operación Carmelitas-El Corte Inglés, que a su vez tendrá que negociar con el ayuntamiento este proyecto. O sea... Pero Felipe Vela rompe la baraja y entiende la declaración de Nevado como un torpedo contra su proyecto económico. El alcalde le pide su acta de concejal, pero después da marcha atrás, a pesar de una corriente en el PP que le pide firmeza. Pero Saponi, fiel a su carácter, intenta recomponer y restañar heridas.

Felipe Vela, que estuvo a punto de aparecer como derrotado y apartado del grupo de gobierno, se da un compás de espera, toma aire y el lunes es él quien se va, apareciendo como el salvador que se aparta para desde la independencia poner orden en la economía y en el urbanismo con su voto decisivo que salvará al ayuntamiento de la quiebra.

Mientras tanto, los concejales socialistas, prudentes y astutos, se reunían en su sede, pero antes departían contentos y esbozaban estrategias con su secretario provincial, Ramón Ferreira, en un bar con nombre de coche triunfador de Fórmula 1: Renault.