Joyas cacereñas da título a su primer CD, un trabajo de 12 canciones dedicadas a Cáceres, a su capitalidad y a su patrona. En mitad de los preparativos de su estreno, EL PERIODICO propuso a Felisa Rodríguez envolverse en discos de vinilo y ella aceptó como una dama.

--Después de 12 años volvemos a encontrarnos...

--¿Son muchos años verdad?

--Yo tengo algunas canas y, sin embargo, usted está igual que en esa primera entrevista...

--(Sonríe). No lo creo, porque los años no pasan en balde...

--¡Debió ser una chica 10!

--¿Una chica 10? Se lo tienes que preguntar a mi marido (risas). Era simpática y bella interiormente.

--Y conserva su mirada y sus mismos labios. ¡Qué pasada!

--¡Qué pasada, sí! Tenía la mirada sonriente, y a veces cautivadora. Todavía hay mucha gente que me dice: hasta la forma de reír que tienes es picarona.

--¡Cómo me hubiera gustado verla cantar Un telegrama , con aquel vestido de cancán que le compró su madre!

--(Se emociona). Sí, era un vestido de rayas turquesa y blanco.

-- Antes de que tus labios me confirmaran que me querías...

--Ya lo sabía, ya lo sabía, porque con la mirada tú me pusiste un telegrama, que me decía, que me decía... ¡Qué jóvenes éramos entonces! Un telegrama fue la canción del primer Festival de Benidorm. Se oía en todas las emisoras...

--¡Qué bueno escucharla cantar! ahora entiendo por qué siempre me ha parecido que en su garganta se hospedaba un coro de trompetistas...

--No sé si un coro de trompetistas, pero sí que la música es una constante en mi interior.

--Y al final Angel enamoró a aquella chica que trabajaba en la peluquería Pitusa y en el laboratorio de análisis clínicos que había enfrente de la papelería Chelo... Qué suerte tuvo el placentino ¿eh?

--Sí, eso lo dice siempre él: ¡Me llevé lo mejor que había en tu casa...!

--Y aquí siguen, compartiendo el champú...

--El champú y todo lo que haya que compartir. (Risas).

--¿Felisa, después de tantos años, cómo hacer que aún siga viva la llama de la pasión?

--Bueno... nosotros siempre nos hemos querido mucho, tenemos nuestros rifirrafes como toda la gente, y nos enfadamos. ¡Porque ahora nos enfadamos más que nunca porque estamos todo el día juntos! Y estoy limpiando, y estoy fregando, y le digo: Echate p´aquí, échate p´allá... . Pero esa llama siempre está encendida y seguirá así hasta que me muera. Fíjate, sin Angel este disco nunca lo hubiera podido sacar.

--Lo que pasa es que antes te casabas para toda la vida y ahora ya existe el divorcio express...

--Pues yo no quiero divorcio express. Se han cumplido 40 años desde que me casé. Cuando te casas con una persona tienes que aprender a querer sus defectos... Miras al espejo y piensas: ¡Qué defectos tiene! , y luego dices: ¡Pero anda que los tuyos no son gordos!

--¡Algún flirteo habría antes del blanca y radiante va la novia !

--Siempre ha habido flirteos. Como dice Franquete: Se hacían manitas debajo de la camilla y algunos espabilados al subirse la cremallera tiraban del mantel (ríe a carcajadas y exclama: ¡Muy bueno!).

--Estudió en las tardes de enseñanza. Las niñas aprendían costura, bailes regionales... ¿no le parece un poco casposo?

--Pues no, no me parece casposo porque yo me he ido enriqueciendo con todo eso. Cuando he sido madre he transmitido a mis hijos muchos valores que se están perdiendo. Todo eso me fue haciendo mujer.

--Las de la calle Caleros se lavan con aguardiente, las del Caminito Llano con agüita de la fuente, ¿qué pasa, que las de la parte antigua eran más frescas?

--Nooooo, hombre. (Risas). Sí es verdad que había zonas. En Cánovas, la acera Cursilandia era de las niñas ricas. Marmolandia era la de las pobres, y yo siempre he estado en Marmolandia (más risas).

--Usted no para: canta, acude a los hogares de mayores y ahora edita disco. La felicito...

--Pues yo también me felicito a mí misma. ¿Sabes por qué? porque cuando tú tienes dentro algo que quieres dejarle al pueblo, y van pasando los años y no lo has conseguido, esperas quizás a esta plenitud de mis años a la que ahora he llegado para poder transmitirlo a los demás, porque todavía me queda voz para decirlo.

--De todas las letras hay una que me chifla: Pedacito de tierra de Extremadura, que nacieron tus gentes en buena cuna. En buena cuna niña, en buena cuna, capital europea...

--De la cultura... ¡Esa es una preciosidad! Cuando me marché de mi tierra, y no podía ir a mi calle Pintores... ¡a mí se me desgarraba el alma! Volver a Cáceres fue mi gozo más grande.

--O esta otra: A esta Virgen tan bonita, con emoción canto yo...

--Como buena cacereña que guardo en mi corazón... (tararea).

--Vamos: cuando entre al cielo lo hará por la puerta grande, como los grandes toreros...

--Pues mira, no te voy a decir que no. Hay hermanos de la Montaña que dicen: Seguro que si Felisa no está la Virgen no quiere bajar .

--Ahora que la veo rodeada de discos de vinilo: ¿me dedica, bella dama, Los Campanilleros?

--¡Como no! Y en los campos de mi Extremadura los campanilleros por la madrugá, me despiertan con sus campanillos y con sus guitarras me hacen llorar...