Como cada mes de mayo, desde 1896, se llevan a cabo en Cáceres las Ferias de San Fernando, tiempo para la fiesta y el comercio que tradicionalmente aportaban lustre y riqueza a una pequeña ciudad, que esperaba durante todo el año la llegada de unos días en los que forasteros y ganados se desplazaban a la capital. Por ello es necesario volver la vista hacia atrás para conocer cómo eran las ferias de hace un siglo y para conocer mejor la génesis y evolución de esta celebración.

Las ferias de 1919 no fueron mejor que las anteriores. En esos días del mes de mayo no solo se celebraron las tradicionales actividades que iban unidas a la feria; circos, iluminación especial de las calles céntricas de la ciudad, fuegos artificiales, actuaciones teatrales y musicales, cinematógrafos, exposición y venta de ganados o corridas de toros. Durante el domingo 1 de junio también se celebraron elecciones a diputados en Cortes, por lo que la campaña electoral restaría público foráneo a las ferias locales. En Cáceres la disputa política estaba concentrada entre los dos candidatos para la plaza de diputado en el distrito cacereño. Por un lado el monárquico Juan Vitorica, influyente personaje cacereño, que aparte de ser diputado a Cortes por Cáceres desde 1918, era una persona de la máxima confianza del rey Alfonso XIII, por lo cual se le concedería en julio de 1921 el título de Conde Moriles y en febrero de 1924 la Grandeza de España. El otro contrincante político era Pablo Valiente Paredes, socialista y candidato por la Casa del Pueblo. El escrutinio final otorga el acta de diputado nacional a Vitorica.

Otro elemento que influye negativamente en la feria de hace un siglo es la lluvia que empañó tanto la exposición ganadera como las corridas de toros. Sobre la exposición y concurso de ganados se programaron, por primera vez, dos conferencias sobre el tema en cuestión. Las charlas serían impartidas en la barraca-cine de San Juan por Dalmacio García Izcara, profesor veterinario que habló sobre las enfermedades del ganado de cerda y por Santos Aran, inspector de sanidad pecuaria que impartió de forma paralela un cursillo, con la ayuda del maestro quesero de la Asociación General de Ganaderos, sobre la importancia de la higiene en la elaboración de quesos. A tenor de lo publicado por la prensa de la época, todo un éxito. Las corridas de toros, considerado el mayor aliciente de las fiestas, también tuvieron sus dificultades. En primer lugar por el cambio a última hora del cartel en el que figuraba Gallito, que al final no pudo asistir a las corridas y en segundo lugar por la lluvia que empañó el desarrollo del espectáculo taurino. Prueba de ello es el déficit generado por las corridas de toros, que se pudo solucionar con la suscripción voluntaria de los comerciantes y propietarios locales que aportaron las más de 15.000 pesetas necesarias para cubrir gastos.

Por lo demás, en las ferias de 1919 cabe destacar la proyección, pública y exitosa, de cinematógrafo en la plaza Mayor, las actuaciones de las bailarinas La Circe y Zoraida en el Teatro Principal y el debut, en la barraca-cine de San Juan, de la pareja de baile Dorita y Silverdi. Un año más, los cacereños de hace un siglo se despedían de su fiesta grande y hasta la próxima.