Las ferias de Cáceres están a punto para su celebración anual. Durante unos días la ciudad se convierte en lugar para el negocio y también para la diversión, la fiesta, el galanteo y el goce. Atrás, muy atrás, quedan las ferias medievales, cuyas fechas de celebrac ión tenían mucho que ver con los ciclos de las cosechas y especialmente del ganado. Su celebración era una cita trascendental en la vida de los concejos, pues la feria eran días de abastecimiento de productos de los que se era deficitario y también el momento de darle salida a los excedentes de producción local. Las ferias permitían la libre circulación de mercancías, personas y dinero, lo cual las convertía en escenarios idóneos para desarrollar todo tipo de diversiones, espectáculos y juegos, del mismo modo eran lugar para que buscavidas, de toda ralea, las transitaran en busca de fortuna fácil.

Las ferias actuales no son continuadoras de aquellas que fueron autorizadas y reglamentadas en el siglo XIII por el propio Fuero de la ciudad. Aquellas perecieron, rendidas ante el avance de las ferias ganaderas de Trujillo y Zafra que, hasta el día de hoy, se han convertido en las más pujantes de Extremadura en su materia. Las ferias de San Fernando, que este año cumplen 117 años, surgen como necesidad para activar el comercio local, en una ciudad que carecía de espacios para las transacciones mercantiles que estas facilitaban. Con el paso de los años, las ferias locales han ido perdiendo parte de sus contenidos agroganaderos y han desarrollado otros, más de carácter lúdico y festivo.

Revisar los viejos programas de ferias supone una aproximación a los cambios de gusto y mentalidad, que se han dado en el último siglo. A través de las ferias, los cacereños tuvieron la oportunidad de asistir al espectáculo del cinematógrafo en barracas itinerantes, al primer vuelo de Henry Tixier con su monoplano sobre el cielo de Cáceres, al colorido de los fuegos artificiales o al inicio de todo tipo de competiciones deportivas. Cosas que tanto dieron que hablar en tiempos venideros. En las ferias se presentaban artilugios y espectáculos de toda índole, diversiones que pretendían provocar la admiración del público hacia lo nuevo, lo desconocido, lo que podía provocar sorpresa, desde elefantes hasta cupletistas.

La feria actual es un hecho social y festivo, en el que cada uno trata de participar. Aunque haya ido despojándose de algunas de sus señas de identidad, la feria, siempre será asombro y emoción ante los ojos de los niños que todos fuimos.