En la víspera del VII Cáceres Irish Fleadh, festival de música celta que comienza a sonar mañana en San Jorge, Fernanda Valdés, acordeonista y directora del evento, reflexiona sobre los retos y la salud de este certamen que pone a la ciudad en el mapa europeo junto a la italiana de San Benedetto.

--¿Qué sorpresas prepara?

--El público podrá descubrir nuevos grupos. Este año ofrecemos un pedazo de cartel.

--¿Cómo lo consigue a pesar del recorte de presupuesto?

--Muchos músicos que vienen son asiduos al festival hace años como César Pastor o Johnny Brennan, que han impartido cursos. Estuvimos en Irlanda a ver a los grupos y nos llega mucha información de bandas que quieren participar. El caché que traen es simbólico porque el Fleadh se está convirtiendo en algo de categoría.

--¿Y ponerlo en pie?

--Muchos mails, horas al teléfono y paciencia. También es importante que te conozcan si has tocado con los músicos que vienen. Se crea una relación de amistad, no empresarial y es un logro que vengan a Cáceres dos días de su gira. Si lo hicieran por dinero, no vendrían porque no podríamos pagarles.

--¿Qué proyección exterior tiene el Fleadh de Cáceres?

--Nuestro grupo en Facebook es cada vez más grande y más gente de Irlanda, Inglaterra o Estados Unidos nos pide ser amigos. Cada año hay más peticiones de grupos que quieren venir. El de Cáceres no es un festival al que vienen, tocan y se van. Se quedan y se relacionan con la gente en los talleres y las sesiones. Este año tenemos también invitados que vienen de Escocia, Francia, Alemania o Croacia.

--El festival refuerza este año su aspecto formativo. ¿Cómo?

--Es muy importante. Los músicos dan talleres y este año incorporamos uno de baile para niños. También ofrecemos otro de conservación y mantenimiento de instrumentos de arco que puede ser una buena apuesta porque hay mucha gente con violines o violas.

--San Jorge repite para conciertos. ¿Qué tiene esa plaza?

--Quizá es arriesgado por el tiempo, pero tenemos la alternativa del Gran Teatro. El ambiente irlandés que se crea con la barra y la cervecita o los instrumentos hacen que todo esté muy vivo.

--¿Que haya más locales para las sesiones significa que ha crecido la implicación privada?

--Nos hacen un favor cediendo sus lugares para que los músicos puedan tocar y evidencia que cada vez vienen más y hacen falta sitios donde poder hacerlo.

--¿Este formato de festival puede cambiar e ir a más?

--Puede crecer, pero queremos que lo haga, por ejemplo, en los talleres. A lo mejor podríamos llevarlos a los colegios o a la universidad. Se podría abrir más, pero para eso necesitamos un presupuesto mayor.