Lo intentaron con todo, desde los talleres de break y batuca, hasta las clases de cajón flamenco, las danzas del mundo de Alika Shai o las jam session folk del colectivo El Gato al Agua. Aldea Moret se subió ayer al escenario para marcar otro ritmo y acabar con el mismo disco, el mismo cantar, los mismos tópicos que mantiene al barrio distanciado de la ciudad hace décadas. Los organizadores de la jornada, bautizada como La aldea de la Amex , se mostraban satisfechos. "Estamos demostrando que aquí existe inquietud, que hay que desechar los estereotipos. Es un día de fiesta, de alegría", declaró Juan Jesús Tato, de la Asociación Sociocultural Aldea Moret, promotora del evento junto con la Asociación Musical de Extremadura (Amex).

No faltó de nada. El público pudo elegir entre los talleres de graffiti o malabares, el Mercado Asociativo donde los colectivos y ONGs extremeñas vendían sus acciones sociales, los romances medievales, los cuentacuentos, los Payasos del Mundo y, como guinda, un maratón de conciertos con la Familia Vargas, Cárnica Sound, Bloomington, Xöia Mai, Cross Ahead y DJ Ferreira. Pero además, entre acto y acto, los asistentes podían recuperarse con los panes ecológicos de Julio Pérez (integral de trigo con pipas de calabaza, con linaza, con pasas y miel, con cebolla...), acompañados del vino especial embotellado en Tierra de Barros para el centenario de la CNT, dos de los productos a la venta en el mercadillo.

"Queremos vivir aquí"

Los más pequeños, en cambio, se apelotonaban en el estand del Nuevo Centro del Conocimiento. Objetivo: ordenadores y juegos. José, de 12 años, esperaba turno mientras contaba las excelencias de Aldea Moret: "Queremos vivir aquí. Hay una buena multitienda y luego está la plaza de la Renault..." Jonathan y Alejandro, del mismo grupo, cambiaron el semblante cuando se les preguntó por las bondades que escuchan de su zona: "No nos gusta oírlo, es nuestro barrio, ¿no? Pero sí que falta algo: un recreativo y una tienda de bicis".

Y cada uno fue poniendo su grano de arena a la jornada, desde las Juventudes Obreras Cristianas hasta las comunistas, la CGT, las ONG Setem y Malinche, las plataformas del Marco y del poblado minero, Refinería No... Una extensa carpa sorteó la lluvia y el programa se desarrolló desde la mañana hasta la madrugada. Al cierre de esta edición todo continuaba adelante.

Pero el problema del escenario, aunque no aguó la fiesta, sí continuó ayer incomodando a la organización. "El ayuntamiento ha esperado a la víspera para decirnos que no lo cedía, estuvimos a punto de suspender todo, pero la diputación nos consiguió otro. Es un castigo a nuestro talante crítico", lamentó Juan Jesús Tato, que recordó el apoyo del resto de instituciones.