Desde que Juan Pablo II creara las Jornadas Mundiales de la Juventud en 1983, la parroquia cacereña de San José ha acudido a su llamada. Brasil, al otro lado del mundo, fue el último lugar de reunión de las juventudes católicas bajo la llamada del papa Francisco. Hoy no son los mismos que entonces acudieran a Roma o años después a Santiago, pero quienes peregrinan afirman llevar al resto de la iglesia con ellos, como lo hicieron sus padres, que ya iniciaran el camino hace décadas. El viaje, explican, tiene frutos en toda la comunidad católica.

Un total de 30 cacereños entre los 17 y los 50 años, de las parroquias de San José y Fátima, acompañados por otros extremeños, partieron del aeropuerto de Barajas en la medianoche del 20 de julio hacia Sao Paulo. Llevarían a cabo un viaje por todo Brasil hasta pisar de nuevo Madrid el 1 de agosto.

Sao Paulo, Curitiba, las cataratas de Iguazu, Londrina, Río de Janeiro o el monumento del Cristo de Corcovado fueron algunas de las paradas de estos cacereños, que tuvieron que enfrentarse en Brasil, según explican, al invierno más frío en 40 años. Jesús Caletrio, que ejerció de portavoz para relatar el viaje, detalló que "las distancias suponían unos desplazamientos de hasta 17 horas en autobús, pero acabamos encantados".

La peregrinación y el placer se juntan en el viaje. Muchos de los jóvenes partieron de las cálidas tierra extremeñas sin ropa adecuada, y con una idea de Brasil muy distinta a la que encontrarían. "Nos quedamos en el paraíso", afirma el grupo sobre Hambriado Rey, lugar donde se establecieron los días que pasaron en Río. Misiones evangelizadoras, catequesis o ratos libres llenaron el viaje hasta Copacabana, donde vieron al papa Francisco. La travesía no paró hasta volver a Sao Paulo, donde cogieron el avión de vuelta a España, en la que aterrizaron el 1 de agosto después de juntarse con católicos de todo tipo de lugares.

Para realizar este viaje, desde la salida hasta la vuelta, cada uno de los cacereños ha tenido que desembolsar 2.600 euros. Este presupuesto ha partido del bolsillo de los jóvenes, que desde julio de 2012 han realizado trabajos para permitirse ir a Brasil. Teatro, mercadillos, comidas, limpieza de vehículos, musicales o el aguinaldo son algunas de las tareas que llevaron a cabo a fin de llenar sus cuentas, aunque también había donaciones anónimas que permitieron a algunos lograr el dinero necesario.

Entre los cacereños hay bastantes hermanos y hermanas. El presupuesto en estos casos es alto para que una familia pueda afrontarlo y, según afirman los jóvenes, gracias a la generosidad de algunas personas anónimas han podido ir a las jornadas, porque el dinero recaudado por toda la familia se destinaba normalmente a un miembro que era elegido por sorteo y el resto se quedaba con la cuenta a cero. Consideran como un milagro que las donaciones anónimas hayan regalado el viaje a algunos.

Los motivos

¿Qué lleva a una persona a embarcarse en una peregrinación? Almudena Grande explica que lo hace en agradecimiento a la iglesia, a Dios y a Jesucristo, que es el que ha cambiado su vida. "Los cristianos pensamos y sabemos que en la tierra se puede experimentar tanto el cielo como el infierno, y yo los días en Brasil he experimentado el cielo". Además, afirma que ir allí le supuso anunciar al mundo lo que ella ha recibido gratis: "Saber que Dios me ama y anunciar que Jesucristo ha muerto y ha resucitado por nosotros".

Jesús Caletrio, por su parte, relata que ha decidido viajar porque otras peregrinaciones a la que ha acudido le han ayudado en su vida, y Jesucristo le hace ver "un sentido pleno a la existencia". Otro joven entrevistado, Juan Carlos Cubero, explica que fue a las jornadas mundiales porque lo necesitaba.

"El Señor te llama a una misión de evangelizar --detalla Cubero--. Para mí es un orgullo y una gracia increíble sentir el amor de Dios, y me creo en el deber, que no en la obligación, de mostrar este regalo tan inmenso a otras personas".

Entre los jóvenes que acudieron a estas jornadas de 2013 algunos iban por primera vez, mientras que para otros era la octava peregrinación. París, Roma, Toronto, Polonia, Australia o Madrid son algunos de los destinos que ya pisaran antes de embarcarse hacia la cita en Brasil.

El grupo afirma que en 2016 volverá a peregrinar a Cracovia y asegura que, al ser Europa, mucha más gente se le unirá. Explican que los jóvenes católicos deberían experimentar una vez en la vida una peregrinación, tal y como ha hecho su parroquia desde que se iniciaron las jornadas.