La mayoría de los pueblos extremeños aprovechan el mes de agosto para organizar festejos de todo tipo. Como no podía ser menos, abundan los espectáculos taurinos con las capeas en primer lugar. Pero la panoplia de actos es tan grande que cubre todas las posibilidades. Teatro, bailes, conciertos, conferencias, exposiciones- Si es cierto que las infraestructuras y los avances materiales proporcionan una nueva y moderna visión de Extremadura, no menos cierto es que las celebraciones festivas ponen de manifiesto un progreso cultural digno de ser resaltado. Ya nadie recuerda los tiempos en los que la diversión se agotaba en los bares. En cualquier pueblo se programan actos culturales que o bien intentan dar a conocer costumbres e historia del lugar o pretenden aumentar los conocimientos e intereses de los lugareños. Muchas de estas citas son el germen de estudios antropológicos y, amén de reconfortar el ánimo de los indígenas, proporcionan valiosos datos para la historia de la región.

Son días también de regresos, de reencuentros. Y de autosatisfacciones. Cuando el emigrante vuelva a su trabajo tendrá mucho que contar y podrá presumir de un ambiente lúdico-cultural que no se produce en todos lados.