Esperanza Barroso tiene 82 años y debe permanecer conectada a una máquina de oxígeno 18 horas al día. Su hija duerme en su casa para acompañarla, pero la anciana necesita ayuda en las tareas domésticas. Desde que Filo Galeano, auxiliar del Servicio de Ayuda a Domicilio, atiende su hogar desde hace dos años, Esperanza vive mucho mejor.

"Yo la llamo Maríamanejo porque mueve los trastes acá y allá, deja todo limpio. Filo es de las mías, le gusta el trabajo de la casa, se nota", comenta Esperanza con una sonrisa cómplice. De hecho, el trabajo de la auxiliar le permite seguir en su hogar, que es lo que ella desea. "Cuando me enfado les digo a todos que me voy a vivir a los viejos , aunque es broma. Mi casa está aquí. Mis hijos me dicen que me vaya con ellos, pero trabajan muchas horas ", explica.

Filo siente un gran cariño hacia la anciana y mantiene una relación muy buena con ella porque es agradable y activa pese a su estado de salud. "Hace algunas cosillas, viene a la cocina, guisotea , pero es cierto que se cansa, que no puede", cuenta la auxiliar. Filo acude dos horas cada martes y jueves a la casa y la deja hecha una patena. "El día que me falta estoy al revés. Aunque me manden a otra persona, yo lo noto, es distinto", reconoce Esperanza.

La trabajadora tiene una amplia experiencia en este trabajo y todos los días atiende a cuatro ancianos. "Me encanta, es muy gratificante, se les coge mucho cariño y ellos nos necesitan, no solo por la limpieza, sino por la compañía", revela.