El día grande de Womad contaba con todos los ingredientes para éxito. Y triunfó. Un cartel de lujo, mucho público, ganas de fiesta y ausencia de incidentes (al cierre de esta edición) hacían presagiar un fin de fiesta monumental para vigesimocuarta edición del festival multiétnico, que cierra una de las ediciones más multitudinarias de su historia en Cáceres. El escenario de la plaza Mayor se apagó bien entrada la madrugada, pero la fiesta no se cierra hasta esta mañana, con el pasacalles que cada año pone el colorido broche final al festival. Saldrá a las 12.00 horas de la plaza de San Jorge y recorrerá la ciudad monumental y la plaza Mayor, con músicos del festival y las creaciones que los niños han desarrollado en las dos jornadas de talleres.

El cartel de ayer proponía más de siete horas de música en directo para todos los gustos, con un cóctel de ritmos marca Womad, que abrieron los (casi) cacereños Diván du Don al filo de las siete de la tarde, con una plaza Mayor llena ya a rebosar y donde las gafas de sol fueron las aliadas durante las primeras horas. El público fiel de la banda tomó posiciones y los músicos supieron animar la fiesta con temas propios, tributos a Extremoduro y, como no, las Macetas de Colores con las que pasean siempre por la ciudad. "Aquí nos sentimos en familia", gritó el vocalista al público.

Tras ellos saltaron al escenarios Los Niños de los Ojos Rojos. Su batería, Oscar Trigoso, había advertido de que aprovecharían al máximo los 30 minutos que les había concedido la organización del festival para tocar. "Es una pena disponer de tan poco tiempo porque teníamos muchas ganas de mostrar nuestro nuevo trabajo", se lamentó por la mañana. En todo caso subieron dos temas de ese nuevo disco, Regreso a la Comarca , que saldrá próximamente a la venta, junto a otros temas clásicos con los que hicieron saltar a la palza Mayor. "Que la fiesta no pare", gritaba el vocalista. Y no lo hizo.

Tras los Niños de los Ojos Rojos quedaba un potente cartel por delante con Tu Otra Bonita (para muchos la sorpresa del festival) Eska, (una voz única), Alice Russel, (uno de los nombres más reconocidos del soul), el Twanguero (considerado uno de los mejores guitarristas del mundo) y Magnífico, a quien se había encomendado un fin de fiesta en el que el cantante esloveno estaba dispuesto a darlo todo con su repertorio más enérgico. "Vamos a hacer a la gente bailar", anunciaba por la mañana en la presentación de su actuación, en la que también habló del próximo trabajo discográfico, que saldrá a la luz en septiembre.

También la británica Alice Russell, una de las voces más prestigiosas del soul, optó por no subir al escenario su repertorio más melódico. "Será algo más movidito, que esté a la altura del ambiente del festival", anunciaba por la mañana en la presentación de su participación en el Womad cacereño. "Estoy encantada de estar aquí y sorprendida por el ambiente y por la ciudad", reconocía la artista.

EL PUBLICO El marco medieval del Womad cacereño es una de las señas de identidad del festival y uno de los elementos que sorprende a los artistas que pasan por la ciudad, como reconocía Kobo Town, que aseguró haberse quedado "loco" con la arquitectura y la ubicación de la ciudad, que había recorrido tras su actuación del pasado viernes.

"Es un Womad distinto, porque es el primero que vivimos en familia", reconocía Raquel mientras le daba una galleta a su hijo pequeño. Womera fiel al festival, procedente de Madrid, llevaba tres años sin pisar el festival por sus hijos pequeños y en esta edición se han animado. "Lo vivimos más de día", confiesa.

Muy distinto era el plan de Cristóbal, de Cádiz, y dispuesto a vivir el Womad 100%, aunque se lamentaba de que muchas de las personas que llenaban la plaza Mayor no estaban allí por la música. "Eso ha cambiado mucho desde los inicios", recordaba este veterano de la cita multicultural.

Porque si algo hace distinto a Womad, es que todo el mundo encuentra la forma de disfrutarlo y el motivo para visitarlo. En el caso de Lucía, procedente de Italia, reencontrarse con los compañeros de universidad con los que convivió y compartió experiencias hace más de doce años y a los que no había vuelto a ver desde hace seis. "He venido para coincidir aquí con ellos", reconocía.

Pero el universo Womad había desplegado en Cáceres mucho más que música en esta edición en la que se esperaba que más de 100.000 personas pasaran por la ciudad. El programa complementario de talleres atrajo a más de 200 niños y el mercadillo de Cánovas y la ciudad monumental, la oferta más variada de los últimos años. Como aderezo a esta edición con un guiño especial a la capitalidad gastronómica, la esenciadel Womad, la calle: los conciertos improvisados en cualquier esquina que concitan a decenas de transeúntes que se convierten en público y los que, al filo de las bodas de plata del festival, ya son womerosaun si saberlo. Porque el idilio cacereño con el festival multiétnico está más vivo que nunca y cuenta con todos los ingredientes para soplar en 2016 las velas del 25 aniversario.