Ayer concluyó la feria taurina de Cáceres con la salida a hombros de los tres toreros. Tal vez hubo lluvia de orejas, pero tal vez el público quiso desquitarse de la suspensión del sábado.

Colaboró el encierro de Sánchez Arjona, muy en el tipo de su encaste Domecq. Fueron toros, salvo el sexto, propicios para el lucimiento, aunque a la corrida le faltó raza, que es lo mismo que decir que, aunque manejables la mayoría de los toros, no destacaron por su bravura. Sí por dejar estar a los toreros.

El Cid tuvo un primer astado manso de solemnidad. Cantaba su mansedumbre ese toro ya de salida, ylo lidió muy bien El Boni. Inició el sevillano la faena sin molestarlo, suave y por arriba.

Quiso sacárselo a los medios, pero pronto se fue el de Sánchez Arjona a las tablas. Allí le hizo El Cid la faena. Al toro le costaba ir para fuera pero la tomaba bien para dentro. Fueron tandas muy suaves, componiendo la figura, aunque de escasa emoción. A pesar de ello paseó una oreja.

Ante el cuarto se destocó El Boni tras clavar buenos pares de banderillas. También estuvo muy eficaz con el capote Alcalareño. El caso es que ese animal llegó con nobleza a la faena, y El Cid, en su primera parte, lo llevó largo y por abajo en varias series en redondo. Lo tomó al natural, pero con ese vicio de torear no con la bamba de la muleta y sí con los vuelos, de lo que resulta un muletazo muy despegado. Se le concedieron dos orejas, premio harto generoso.

Espectacular El Fandi

El primero de El Fandi era un bonito burraco, que tuvo mucha clase en el capote. Le cuajó un tercio espectacular de banderillas, como en este torero es corriente. El toro llegó a la muleta en extremo pastueño, y con esa embestida suavona estuvo muy centrado el granadino, corriendo la mano con templanza. Le faltó al animal transmisión y durar un poco más.

El quinto fue también un toro muy manejable, que apretó en el caballo y al que se sometió a un exigente tercio de cuatro pares de banderillas. El Fandi clavó unos con más verdad y otros a toro pasado.

Ese astado también fue bueno en el último tercio, pues se venía de largo y repetía. Con él estuvo ahora más desigual el diestro, con series cortas al principio y con algún enganchón. El caso es que el toro pereció aburrirse y comenzó a protestar. Paseó el torero dos orejas, que completaban la otra lograda en su toro anterior, premio excesivo.

Entonado Talavante

Alejandro Talavante llegó a Cáceres tras su gran faena de Madrid. A su primero lo recibió a la verónica con quietud y a pies juntos, para iniciar el trasteo sometiéndolo por abajo.

Se lo sacó a los medios y la faena se construyó sobre la base de tandas largas en redondo con la diestra, en las que llevaba muy largo al animal, series muy intensas también porque se componían de muchos muletazos. Lo tomó al natural y el toro se vino a menos. Pero quedó su impronta de torero de acusada personalidad, que hace un toreo sobre los brazos en el que prima el mando y el temple.

El sexto fue el garbanzo negro de la corrida. No humillaba y salía distraído de los engaños. Estuvo mucho tiempo ante él Talavante y paseó otro trofeo que le permitió acompañar a hombros a sus compañeros.