El joven que el pasado 20 de mayo transformó en vaca suiza el toro de Osborne que se encuentra situado en la N-630, en las proximidades de la Perala, se sentó ayer en el banquillo de los acusados para responder de una falta contra el patrimonio. Causar daños en el patrimonio es la falta que el Ministerio Fiscal imputa a Javier Figueredo por su acto, y por lo que ayer solicitó para él una pena de seis días de trabajos en beneficio de la comunidad.

Javier Figueredo, de 26 años y residente en Valverde del Fresno, fue denunciado por la Guardia Civil por una presunta falta contra el patrimonio. Se imputa ésta, según recoge el artículo 626 del Código Penal, a aquellos que deslucieran bienes inmuebles de dominio público o privado sin la debida autorización de la Administración o de sus propietarios, y se castiga con penas de localización permanente de 2 a 6 días o de 3 a 9 días de trabajos en beneficio de la comunidad.

Cuando Javier Figueredo decidió cambiar el aspecto del toro de Osborne, transformándole en vaca suiza pintándole manchas de color blanco y añadiéndole unas ubres con una chapa pintada de rosa, no contaba con autorización alguna, pero tampoco tenía intención de causar daño.

Así lo aseguró ayer en el juicio que contra él, por estos hechos, se celebró en el Juzgado número 5. A preguntas del juez, y como ya hiciera el pasado 31 de mayo en el puesto de la Guardia Civil de Casar de Cáceres, Javier Figueredo reconoció los hechos que se le imputaban y aseguró que su única intención "fue reivindicar un mayor interés cultural en la región, pues apenas existe, y criticar, al mismo tiempo, ciertos acontencimientos sociales de actualidad, como la violencia de género o la problemática por las diferencias de sexo".

En ningún momento, aseguró, tuvo intención de causar daños en el patrimonio --desconocía incluso, según dijo, que los toros de Osborne tuvieran tal calificación--, ni perjudicar a los propietarios de estas vallas. Manifestó que se había puesto en contacto con éstos para comunicarles su disposición a reparar el daño "y me indicaron que no me preocupara, que no iban a presentar denuncia y que se encargarían ellos de devolver a la valla su imagen original". Lo demostró con una copia del correo electrónico que por la firma Osborne le remitieron al respecto.

TRANQUILO Concluido el juicio, Javier Figueredo se mostró más tranquilo. En declaraciones a EL PERIODICO reconoció estar más relajado, "pues la verdad es que pensaba que el castigo podía ser mayor, aunque mi intención no fuera la de causar ningún daño".

Pese a todo aseguró que no está arrepentido de lo que hizo. Manifestó que volvería a hacerlo, "pues creo que hay que llamar la atención sobre la falta de interés cultural que hay en nuestra región", aunque reconoció que "no volvería a utilizar el mismo soporte ahora que ya sé que estas vallas son patrimonio".

Ahora sólo le queda esperar la sentencia, que de ser condenatoria le obligará a realizar trabajos en beneficio de la comunidad.