De vuelta al núcleo de Cáceres observamos, a nuestra izquierda la Cárcel Vieja, proyecto del Alcalde Antonio Canales, que hoy se debate entre la demolición o la pervivencia. Al tomar la Ronda nos encontraremos con el Cementerio Municipal (que data del siglo XIX y substituyó al del Espíritu Santo) y cuya titularidad fue durante muchos años de la Diputación Provincial, motivo por el cual el Ayuntamiento se planteó, a comienzos del pasado siglo, crear un cementerio propio en la Sierrilla.

Su capilla, como ya dije, en su día, se construyó aprovechando elementos del oratorio del Convento de la Limpia Concepción y la Virgen de la Estrella que se ubica en el exterior de la cabecera debió ir en el arco de su nombre, pero se ubicó en la hornacina central de San Francisco hasta su traslado aquí. En torno a ella los orgullosos panteones de diversas familias cacereñas: Carvajal, López-Montenegro, Gutiérrez, Rueda, Ulloa, Muñoz, Acedo, Grande, Berjano... Algunos muy hermosos, blasonados o con relieves.

Seguimos subiendo hasta llegar al lugar donde se ubicó la original Ermita de los Mártires, antigua y de gran tradición, que estuvo, aproximadamente, en el jardincito situado frente a la Plaza de Toros, en la intersección de Moros y Barrio Nuevo, donde se alza el monumento al Regimiento de Argel. Se tienen noticia de ella desde 1466, se reformó por Diego de Roa y Andrés Alonso en 1537 y poseía un pórtico toscano de cinco arcos, trazados por Gaspar Catalán en 1574 y realizados, un año después, por Juan Mateos.

Se ha dicho que en 1845 se demolió la ermita para la construcción de la Plaza de Toros, pero lo cierto es que pervivió hasta 1852, cuando estorbó la apertura del nuevo camino a Trujillo. En esos años se desecó también la charca que allí había, reordenando todo ese espacio, y que daría lugar al Paseo del Perejil, uno de los más concurridos de Cáceres, que subsistió hasta la construcción del Colegio de las Delicias, ya en el siglo pasado. La Plaza de Toros se denominó, por su ubicación, de los Mártires, obra de Mariano Martínez, costó 700.000 reales y se inauguró el 6 de agosto de 1846 con toros de Muñoz Pereyro y el Duque de Veragua para Chiclanero y Lavi. Las mozas, yendo hacia el coso cantaban: ¡Ay madre, madre! / ¡Quién me diera un torero / para casarme! Es necesario decir que la plaza se levantó en el lugar denominado Corral del Concejo, situado junto al, ya desaparecido, Rollo de la Justicia (de ahí que a este cerro se lo conozca indistintamente como del Rollo o del Teso), lugar donde se realizaban las ejecuciones de la Real Audiencia y los castigos de escarnio público.

La devoción a los Santos Mártires Fabián y Sebastián fue grande, especialmente el segundo, una de las grandes devociones cacereñas que procesionaba, junto al Nazareno y la Virgen de la Montaña, en las grandes rogativas. Por eso, al desaparecer la primitiva ermita se proyectó levantar otra en las inmediaciones, obra de 1852 de León Mora, inaugurada en 1860, así como la famosa bandeja que la precede y cuyo coste ascendió en la época a 25.696 reales.

Un retablo decimonónico

Al exterior se presenta encalada, con frontón, cubierta a dos aguas, arcos de medio punto y anejos laterales cerrados con forja, que servían para alojar las imágenes en la romería. El interior es de única nave, cubierta con bóveda de cañón y cabecera circular, donde se aloja un retablo decimonónico que alberga las imágenes de los santos titulares, amabas modernas, de Olot, que substituyeron a las originales, de cuyo paradero no puedo dar noticia. Posee dos sacristías anejas y una interesante imagen de vestir dieciochesca de la Madre de Dios, que se trasladó, hasta aquí, del templo de Santiago (del cual dependía la ermita), hoy venerada bajo la advocación de la Virgen de los Mártires, aunque, inicialmente, fuera del Carmen.

Actualmente pertenece a la parroquia de San Blas y su romería se sigue celebrando, no ya el día de su festividad, sino el domingo posterior a la fecha. Pensemos que nuestros antepasados comenzaban las romerías el 17 con San Antón, el 20 los Mártires, el 23 San Ildefonso, el 2 de febrero las Candelas, el 3 San Blas y tras ello el Jueves de Compadres, el de Comadres y las Carnestolendas, hasta el comienzo de la Cuaresma el Miércoles de Ceniza. Vamos, que con tanto santo no se aburrían. Como para querer laicismo...

La romería ya no es sombra de lo que era, pero se sigue celebrando Misa, hay mesa de ofrendas, cantos populares, algún que otro refajo o capa (la mía, entre otras), se venden los deliciosos pestiños (con miel o con azúcar) y, cómo no, las inevitables roscas de anís. Seguiré por al Paseo Alto, por el que tanta pasión siento -con su encanto decimonónico y silvestre-, para mi gusto, el más hermoso parque de Cáceres (la Sartén, la fuente neomudéjar, el abandonado polvorín, la casa de los Guerrero) meditando sobre el encanto y el peligro mientras contemplo los amplios horizontes tan llenos de esperanza.