Aunque tanto el acusado como su abogado pusieron de manifiesto que, aunque no se encontraba bajo los efectos del alcohol ni de las drogas sí lo estaba de medicación, pues sufre un trastorno psicológico que le obliga a tomar ansiolíticos, las forenses hicieron constar que esa alteración psicológica no es un trastorno mental. Aseguraron que Juan Gabriel Carpintero "sabe perfectamente lo que hace, es capaz de diferenciar el bien del mal", y al igual que expusieron los agentes de la Guardia Civil, al hablar de lo ocurrido "reconoce lo que ha hecho, se muestra tranquilo e, incluso, indiferente".