Repasando por Internet algún periódico digital, me he encontrado una crónica sobre las fotos finalistas del premio Internacional de fotografía World Press Fhoto 2018. Premio de la prensa mundial que se entregará en Amsterdam a finales del mes de abril.

Las seis fotos finalistas recogen las imágenes siguientes: fila de cadáveres de personas en una playa de Bangladesh en su intento de huir de Birmania; foto de una niña de catorce años, secuestrada por Boko Haram, el grupo terrorista la convirtió en bomba humana, pero logró escapar; una mujer consuela y ayuda a una víctima del atentado terrorista del puente de Westmisters en Londres; grupo de civiles en Mosul buscan ayuda acosados por la guerra y la destrucción; foto de un niño no identificado es llevado fuera de los últimos reductos del ISIS en la ciudad de Mosul; José Victor Salazar Balza (28 años) envuelto en llamas, en las jornadas de protesta contra el presidente venezolano.

La temática de las seis fotos, me hace reflexionar sobre la realidad del mundo en el que vivimos, y me acuerdo de aquellos chistes de Forges, en el que uno de los personajes le decía al otro «Oye, que paren el mundo que yo me bajo».

Es verdad, muchas veces tenemos la tentación de quitarnos de en medio cuando algo no va bien, nuestra impotencia nos arrastra a la dejadez, a cruzarnos de brazos o a lamentarnos, sin reconocer que somos un poco culpables de todo lo que pasa a nuestro alrededor.

Seguro que hemos escuchado «No se puede hacer nada, tan solo, el que sea religioso que rece». ¿Qué os parece esta frase a los que sois personas religiosas?, ¿solo nos queda rezar? Seguro que no.

El que reza sabe que eso es lo primero, pero queda lo segundo que es tan importante como lo primero, porque ese Dios al que reza le pide que tiene que poner todo lo que esté de su parte para solucionar los problemas que le preocupan.

Es verdad que poco puedo hacer en Mosul o Venezuela, pero seguro que a mi alrededor hay personas que necesitan de mi ayuda y yo paso de largo, o vecinos que necesitan de mi compañía y no sé ni cómo se llaman.

No hay que bajarse del mundo sino seguir más subidos que nunca y aportando siempre lo mejor de cada uno.