Francine vino hace 17 años a Mérida para realizar un lectorado, allí compartió piso con una chica de Almendralejo, a través de la cual conoció a su marido y se fue a este municipio en el que ha vivido 11 años. Tras aprobar la oposición, hace seis años, le dieron plaza en la Escuela de Idiomas de Cáceres, y desde entonces vive aquí con sus dos hijos y su marido y dice que no le ha costado integrarse "en el trabajo y con la gente estoy muy a gusto y nunca me han hecho sentirme diferente"

No obstante sí reconoce que le costó adaptarse al ritmo de vida "yo comía a las 12.30 y mi marido a las tres y tuve que acostumbrar a mi estómago", además le sorprendió ver siempre a gente por la calle "en Francia a las once de la noche no ves a nadie". También echa de menos a su familia y amigos "no es lo mismo venir para un año que sabiendo que es para quedarse", y es que Francine se siente ya una cacereña más y se preocupa por la ciudad y por eso pide un centro de ocio para los jóvenes "los chicos de 12 a 15 años no tienen a donde ir".

Cuando llegó, dice que en Francia apenas se conocía Extremadura, pero cada vez ve a más turistas franceses por las calles y que Cáceres "empieza a sonar". A esto ha contribuído, en su opinión, iniciativas como ExtreFrancia, promovida por el anterior cónsul francés, y que acerca la cultura francesa de manera "real". "Para mis clases es muy importante porque no es lo mismo estudiar la gastronomía francesa que poder probarla" como en las demostraciones de chefs del año pasado. Asimismo asegura que el interés por el francés cada vez es mayor y eso se traduce en que cada vez son más las personas que quieren estudiarlo.