Es uno y cientos a la vez: paradójico, versátil, apasionado, seductor y rebelde. Luce sin reparos abanicos, exóticas pulseras y pañuelos elegantes. El corazón de Francis Acedo esparció todo su derroche en su entrevista más sincera.

--¿Debo llamarle ahora Excelentísimo Señor?

--No. Me temo que el único sitio donde me llamarán excelentísimo será en mi esquela.

--Confieso que hay muchas razones por las que me siento dichoso de haberle conocido...

--Muchas gracias por el halago. Los dichosos somos ya dos. Sabe que me encanta su mordacidad en las entrevistas.

--La primera porque usted tiene un aire de dandi que siempre me ha seducido...

--No es forzado, es natural.

--Y unos abanicos que mueve con elegancia en una ciudad donde aún algunos le miran de reojo y otros muchos lo hacemos de frente y con orgullo...

--También es natural, es decir, los hombres pasamos calor y nos abanicamos. En cualquier caso a mí no me preocupan los que miran de reojo sino los que te miran de frente y luego te llaman maricón a la espalda. Pero tanto a unos como a otros les pueden dar morcillas porque la mejor forma de vivir en esta ciudad es liarse la manta a la cabeza y criar una capa de corcho de 10 centímetros.

--La segunda porque creo que cada una de las líneas que escribe son pura poesía...

--Y así me va, porque desgraciadamente la poesía no se vende en este país, pero le agradezco el cumplido.

--¡Y compartimos el gusto por el mismo diseñador!

--Explíqueme, ¿cuál de ellos? sorpréndame...

--Hermes Govantes siempre me ha parecido un genio con la aguja y el dedal...

--Y a mí también. Tengo verdadera pasión por él. Tiene esa claridad de Andalucía, un corte fresco y luminoso...

--También compartimos la pasión por Nueva Umbría...

--Es el encuentro conmigo mismo, el sitio donde soy más feliz. Allí me retiro, me alejo, voy muchas veces solo con Eugenia, mi perra, o con los amigos que bajan conmigo a Isla Antilla. Es el sitio donde quiero que se esparzan mis cenizas, que Dios quiera sea lo más tarde posible.

--Adora a Cristina Leirachá, detesta a Castellano, se mete en el PSOE y luego en Foro Ciudadano, es rebelde pero mira con fruición los presbiterios, ¿no le parece un insólito batiburrillo?

--Soy bastante paradójico por norma general. Pero a Castellano no le detesto, me despierta un sentimiento de protección. A Cristina la quiero y admiro. Soy y sigo siendo socialista: le confieso que el día que escribí la carta dándome de baja en el PSOE lloré mientras la escribía. A día de hoy no estoy en ningún lado en la política activa. Y al fin y al cabo el Evangelio es un mensaje profundamente revolucionario, de cambio, de transformación. Si esos que van a misa todos los domingos escucharan el Evangelio atentamente se saldrían escandalizados porque estoy convencido que muchos católicos no creen en Dios.

--Envidio su versatilidad, esa capacidad que usted tiene de estar con la misma pasión en los castillos que en los arrabales...

--(Sonríe). Suscribo una frase del marqués de Santo Floro: No creo en las clases, creo en la clase . Me puedo sentir tan a gusto merendando con una condesa en su palacio como tomándome unas copas a última hora en el Submarino.

--¿Qué monarquía le gusta?

--Me quedo con mi monarquía, con la monarquía legítima, foral, socialista y autogestionaria. Como Valle Inclán he acabado refugiándome en la belleza del carlismo, es decir, de esos señores de Zarzuela no quiero saber nada.

--¿Francis, son las heridas del alma las que más duelen?

--La verdad es que es usted muy valiente al hacerme esta pregunta y voy a ser igual de valiente al responderla. Las heridas del alma cicatrizan muy mal, especialmente en mi caso, porque para el alma no hay analgésicos. Respecto a las heridas del cuerpo, existe la cirugía estética.

--¿Qué hace cuando al asomarse a la ventana su amor ya no sigue en el jardín?

--Mirar hacia el cielo, esperar que no esté nublado, contemplar las estrellas y que él también las esté contemplando.

--¿Qué es la hombría?

--Una gilipollez que se han inventado algunos, quizás para esconder lo que son realmente.

--¿Para un hombre descubrir a un hombre es como descubrir el mundo?

--Es sentir mariposas en el estómago, sentir ganas de dejar absolutamente todo, perder los estribos, los papeles, los legajos, tampoco hay una gran diferencia en que un hombre descubra a una mujer, una mujer a un hombre o una mujer a una mujer.

--¿Es el instituto el peor ciclo vital para los que son diferentes?

--En mi caso el colegio. Mi adolescencia fue terrible. Uno de mis primeros poemas se llamaba Retrato de un adolescente triste que conocí , era un autorretrato. Es algo por lo que no volvería a pasar, de hecho no me gusta profundizar en el pasado, sino soñar con la belleza del futuro.

--¿Cómo es su Dios?

--Me gustaría que fuera como el de Santa Teresa: un Dios capaz de reírse. Pero en realidad no lo sé. Es un ser absolutamente incomprensible, que tiene una lógica ilógica, que más que con renglones torcidos escribe con renglones salomónicos, pero que amo por encima de todo.

--Y usted que tan bien escribe... ¿me dedica alguno de sus versos?

--Le dedico un endecasílabo: La vida no se entiende sin derroche .