En pleno debate sobre la retirada o no del crucifijo del salón de plenos del ayuntamiento, el obispo Francisco Cerro cumple su primer aniversario al frente de la diócesis. Partidario del diálogo con Toledo para que Guadalupe sea extremeña, admite que la escasez de vocaciones puede provocar problemas en un futuro no muy lejano.

--La asociación Cáceres Laica ha pedido que se retire el crucifijo del salón de plenos. ¿Cuál es su postura?

--Se debería mantener porque el crucifijo no molesta a nadie en nuestra cultura cristiana. También se trató en Italia y se acordó que no había ningún problema en mantenerlo.

--Este colectivo considera "una ofensa" que se mantenga...

--No puede ser ofensivo porque es una expresión de entrega y amor como dijo Tierno Galván.

--¿Ha ido su primer año en el obispado como esperaba?

--No he tenido grandes dificultades. Ha sido lo esperado. Me siento como pez en el agua en Extremadura, donde nací y con la que no he perdido el contacto tras mi paso por Valladolid.

--¿En qué estado de salud está la diócesis?

--Es normal. Hay un envejecimiento del clero, que supone dificultades para cubrir las parroquias. Los laicos siguen respondiendo bien y el reto es potenciar la vida cristiana a todos los niveles, sobre todo con jóvenes y familias. Me he subido a un tren que ya habían puesto en marcha mis antecesores.

--Es decir, que la diócesis no ha notado su llegada...

--Eso tendría que decirlo la gente, aunque creo que no. Conozco mucho al obispo Ciriaco, al que me une una buena relación y con el que sigo hablando. Coincidimos en muchas cosas. Es una persona cercana, no es polémico y está sensibilizado con los temas actuales de pobreza. He intentado ir por ese camino.

-¿En qué punto están las relaciones con las instituciones?

--También hay normalidad, aunque esto no significa que no tengamos posturas distintas. Trato de verlas desde una colaboración en todo lo que pueda hacer la Iglesia. Estamos para servir al pueblo y hay un diálogo y una relación cordial y fluida.

--¿Ese diálogo son soluciones a las cuestiones que plantea?

--En muchos temas estamos intentándolo. Hay otros en los que la solución parece complicada.

--Por ejemplo...

--La incorporación de profesores de religión y la enseñanza y atender nuestras residencias de ancianos y el patrimonio.

--¿Cuáles son sus prioridades?

--La conservación del patrimonio. Hay iglesias que necesitan reformas. También estamos preocupados por la educación y la evangelización de los pobres y jóvenes, en la que también entra el diálogo con las instituciones.

--¿Cuál es su postura sobre la implantación de la asignatura de Educación de la Ciudadanía?

--Apoyo que los padres puedan objetar porque es un derecho recogido en la Constitución.

--¿Percibe la tensión provocada por los roces con el Gobierno?

--Sí, claro. Hay un deseo de mayor entendimiento por parte de la Conferencia Episcopal para que no haya unas relaciones encrespadas o polémicas. Eso no significa que la Iglesia haya perdido su deseo de anunciar o denunciar lo que crea conveniente.

--¿Se ha completado ya el mapa de nuevas parroquias?

--Cáceres está bien surtida, aunque nos estamos planteando cubrir una zona nueva en el Espíritu Santo. Me preocupan más los pueblos con otros servicios como casas parroquiales o lugares para encuentros. Con el obispo Ciriaco se atendió la demanda con las tres nuevas de Beato Spínola, la Mejostilla y Nuevo Cáceres.

--Parece algo extraordinario ver a curas jóvenes en los pueblos. ¿Cómo se puede resolver ?

--Estamos mal, pero no de un modo alarmante. Este año ordenaré a dos o tres sacerdotes. Con este promedio anual no es un problema angustioso, pero sí preocupante. A lo mejor, dentro de unos años, si no surgen nuevas vocaciones, sí puede ser.

--¿El problema de las vocaciones tiene solución?

--Tiene mucho que ver con trabajar bien la pastoral para que los jóvenes tengan pasión por Jesucristo, que vivan con gozo la comunión eclesial y que sintonicen con el hombre de hoy. No queremos seminaristas ni raros ni extraños, sino gente normal.

--No parece que esto se traduzca en el seminario cacereño...

--No estamos ni mejor ni peor que en el resto de España. Este año vamos a tener diez vocaciones. Han entrado dos personas nuevas que son mayores.

--¿Para cuándo Guadalupe extremeña?

--Espero que cuanto antes porque es el sentir de la gente del pueblo. Una vez que ya hay una provincia eclesiástica, el lugar donde tiene que estar es en una diócesis extremeña.

--¿El arzobispo de Toledo piensa lo mismo?

--Don Antonio Cañizares es un hombre lo suficientemente dialogante como para explicarle esto. Creo que aceptaría, pero habría que hablarlo.

--¿Pero por qué se está tardando tanto? ¿Se ha convertido en un problema político?

--En la Iglesia, no. Se tiene que buscar una solución que satisfaga a las diócesis extremeñas, pero que también Guadalupe diga lo que tenga que decir.