Francisco Rodríguez lleva 36 años al volante, primero llevando camiones, y desde hace más de 20 años como conductor del servicio de autobuses urbanos. A pesar de la dilatada trayectoria, el reconocimiento no le ha llegado por sus años al volante (aunque en esta no haya borrones) sino por las acciones con las que cada día hace un poco más cómodos los trayectos a los vecinos de San Marquino, donde concluye la ruta de la línea 6 que hace durante ocho horas al día, cinco días a la semana, desde hace hace más de seis años.

"Aquí somos una gran familia", resume sobre la relación que le une con las personas de este característico barrio, en el que vive muchos vecinos de edad avanzada. "Quien no lleva una muleta es porque lleva dos, y al que no, es que le fallan las rodillas", señala. Por eso, si puede ayudarles en algo, no duda en hacerlo. "Imagínate lo que es que de duela el cuerpo y que vayas dando botes porque pasan por un resalto a toda velocidad", explica. Para evitarlo, él aminora la marcha lo suficiente como para que el bache pase suavemente.

"Hace cosas como dejar el autobús pegado al bordillo para que nos resulte más fácil subir", cuenta Teófilo Marroyo Hurtado, vecino del barrio con 86 años. Fue él quien planteó a los demás integrantes de la Asociación de Mayores de San Marquino el acto de homenaje a Francisco Rodríguez. "Francisco --como ellos le llaman-- se lo merece", resuelve, apuntando otros de los méritos del conductor: "si ve que alguno nos estamos aproximando a la parada, pero nos cuesta llegar, nos espera", cuenta. "Y cuando viene alguna señora mayor cargada con bolsas, se baja a cogérselas", añade. Además, en ese autobús no es necesario tocar el timbre, porque a la voz de "¡Francisco, me bajo aquí!", él ya sabe dónde para cada uno de sus usuarios.

A punto de jubilarse

"Hay otro conductor en la línea, Vicente, que también es muy bueno, pero es muy joven", explica Teófilo Marroyo. Francisco, está agotando sus últimas jornadas de conductor, ya que se jubila en febrero.

Por todo eso Teófilo Marroyo lanzó a los demás mayores del barrio una propuesta. "¿Y si invitamos a Francisco a la comida de Navidad y le regalamos una placa?", planteó. Nadie disintió y el homenaje se llevó a cabo el pasado día 10, en el transcurso de la comida navideña en Valhondo.

"Lo cierto es que cuando me lo dijeron ya estaba todo hecho", dice el conductor, que reconoce que "fue una jornada extraordinaria".

"Les digo a todos que me los cuiden", responde el homenajeado cuando este diario le pregunta sobre qué pasará cuando él se jubile. Francisco no hay más que uno para los vecinos de San Marquino, aunque otro ocupará su asiento en unas pocas semanas.