Desde su elección el 13 de marzo de 2013 hasta el día de hoy, el Papa Francisco ha publicado tres encíclicas, mejor, dos y media. La primera “Lumen Fidei” (la luz de la fe) (julio de 2013) escrita a cuatro manos, las dos de Jorge Mario Bergoglio y las dos de Joseph Ratzinger. La segunda “Laudato si” (Alabado seas) de mayo de 2015, centrada en el cuidado de la casa común, en la defensa del planeta tierra, donde viven las personas, cristianos o no. Y la tercera “Fratellli tutti” (hermanos todos) (octubre de 2020).

Para la Iglesia Católica una encíclica es una carta que el Papa envía y dirige a todos los obispos católicos, en el número seis de la que nos ocupa, el papa indica que ésta se dirige a todas las personas de buena voluntad. La figura del Santo de Asís, lo mismo que fue para “Laudato si” es la que inspira la redacción de la misma. El papa pretende que el amor fraterno, tema trasversal del evangelio de Jesucristo, se convierta en algo universal, que dicho mensaje no se quede en palabras huecas que se las lleva el viento, sino que sea algo que la Iglesia Católica pueda presentar a todas personas como algo posible y realizable. Lo llama “deseo mundial de hermandad”.

Del número nueve al cincuenta y cinco nos encontramos con una descripción descarnada de todo lo que en el siglo XXI impide la realización de este proyecto. Es bueno darle un repaso, todo eso, dice el papa, es lo que ha hecho que los sueños se rompan en pedazos.

A través de reflexiones sacadas de la parábola del samaritano, Francisco nos muestra la actualidad de su mensaje, la empatía con el otro está por encima de todo lo que aparentemente nos separa: sexo, religión, raza, lugar de nacimiento…Dios está por encima de todo eso, mi preocupación debe ser la persona que tengo delante y que me necesita.

Cada párrafo de la encíclica no tiene desperdicio, no veo condenas por ninguna parte, todos son ofertas en la que predomina el encuentro, el respeto y la convicción profunda de lo que se hace. Vuelve a hacer una defensa de que todas las religiones deben estar al servicio de la fraternidad, todo lo que no conduzca a logar esta realidad, tiene que ser sospechoso. Os invito a enfrentaros con ella desde el sillón de casa o desde donde sea. La columna no olvida nuestra preocupación fundamental, un recuerdo para los ya casi setecientos muertos extremeños.