Era la primera vez que viajaban a bordo de una embarcación, pero la experiencia se convirtió en una pesadilla. Cristina Bauza y su marido, Isidro Alejandro Febles, son amigos del dueño de la barca que hace una semana explotó en el embalse de Gabriel y Galán. Llevaba mucho tiempo invitándoles a dar un paseo por el pantano para disfrutar del paisaje, pero nunca habían encontrado un momento.

Eran pasadas las ocho de la tarde cuando se subieron a la embarcación. Ella decidió colocarse en uno de los asientos de la parte delantera con su hija de tres meses en brazos, Ithaisa. Escogió ese sitio para proteger a la pequeña del agua que salpicaba y fue su salvación. El motor de la barca explotó nada más comenzar el paseo, saltó la gasolina ardiendo que alcanzó a todos los que estaban a bordo: A su marido, a otro matrimonio con dos niños de dos años y medio y cuatro y al dueño de la embarcación.

Se llevaron un susto de muerte: "Fue como una película de ciencia ficción, nunca piensas que te puede pasar eso", recuerda Cristina Bauza. Tras la explosión todos los ocupantes se lanzaron al agua excepto ella, su marido y el bebé. Como la barca estaba en llamas se desplazaron hasta la proa e intentaron mantener el equilibrio, tenían miedo de que la pequeña se hiciera daño. Finalmente ella saltó al agua con la intención de que su marido le diera después el bebé pero no hizo falta, porque justo en ese momento llegaron a bordo de una piragua Miguel Angel García, el guardia civil fuera de servicio, y su hijo, Raúl Miguel, y rescataron a la pequeña.

UNO DE LOS MAS AFECTADOS Acto seguido su marido se tiró también al agua. Fue uno de los más afectados por las quemaduras de la gasolina: Sufrió quemaduras de segundo grado en las dos piernas. Ayer fue operado en el hospital Virgen de la Montaña, donde aún se recupera. "Mi marido no paraba de gritar porque las quemaduras le dolían al entrar en contacto con el agua. Los dos niños también gritaban de dolor y lloraban, estaban muy asustados. Lo peor fue ver a los dos pequeños. Ojalá esto se les olvide pronto", señala Cristina Bauza.

Los dos niños de cuatro y dos años y medio y sus padres, que también sufrieron quemaduras de consideración, se encuentran ingresados en el Virgen de la Montaña. Ayer fue intervenido además el padre de ellos, que se recupera en la unidad de quemados.

Antes de ingresar en el hospital de Cáceres a los seis heridos les trataron en el hospital Virgen del Puerto de Plasencia, donde les curaron las quemaduras. Les mandaron a sus casas pero les aconsejaron acudir al día siguiente al Virgen de la Montaña. Ya en la capital cacereña, el cirujano ordenó su ingreso por la gravedad de las heridas.

QUERIAN TOMAR FOTOS Cristina e Isidro Alejandro gestionan una empresa dedicada a la promoción de Extremadura, Extremaduravirtual.net, y pensaban tomar imágenes del paisaje que iban a disfrutar durante el paseo en barca por el pantano de Guijo de Granadilla. Llevaban consigo el equipo de fotografía. "Mi marido se tiró al agua con la cámara pero hizo lo que pudo para que no se mojara. De hecho cuando vinieron el guardia civil y su hijo en la piragua para rescatar a mi hija mi marido les dio la cámara para que la salvaran también. Ellos le decían, "¡no usted primero!", pero mi marido en ese momento solo miraba por la cámara, es nuestro modo de vida", añade Cristina.

Una semana después de lo ocurrido todavía le vienen imágenes a la cabeza. "Lo que pasó fue muy grave. Podía haber habido muertos, por lo menos estamos aquí y de las heridas se recuperarán. Prefiero no pensarlo mucho. Doy gracias porque no le pasara nada a mi hija y por quien más lo siento es por los dos niños, sufrieron mucho. Espero que esto no les quede secuelas, sus padres son muy positivos", añade. Ahora espera que su marido se ponga bien cuanto antes para recuperar su vida y volver a Baños de Montemayor, donde residen desde hace cinco años tras trasladarse desde Canarias, el lugar de origen de ambos.